Buenos Aires, agosto 10 de 1895.

 

Sres. Dres. Mariano Demaría y Marcelo T. de Alvear.

 

Estimados amigos:
No contesté inmediatamente a la pregunta que ustedes me hacían en nombre del doctor Hipólito Yrigoyen sobre si debía considerarse incluído en el cargo que dirijo a algunos prohombres del Partido Radical, en mi carta al Dr. Urdapilleta, por razones que ustedes reconocieron atendibles.
Una vez publicada la carta no debía dar explicaciones individuales, dejando que se dieran por aludidos; pero tratándose del doctor Yrigoyen el caso era especial, en razón de conocidas y viejas simpatías, que se han sobrepuesto a situaciones más difíciles.
Ellas me inducen hoy a tener una excepción a la regla de conducta que me había propuesto seguir, y la hago sin violencia y con placer, autorizándolos a ustedes a manifestar al doctor Yrigoyen que en documentos que lleven mi firma, no debe nunca leer un ataque dirigido a su buen nombre y merecido concepto público.
Dejando así contestada la pregunta que ustedes me hicieran hoy, soy s.a.s.s. y amigo.

 

Fdo. Carlos Pellegrini