INSTITUTO
YRIGOYENEANO
UNA NUEVA INTERPRETACION DE LA
HISTORIA DEL
RADICALISMO
Por Alejandro Simonoff*
La historia, madre de la verdad; la idea es asombrosa. Menard contemporáneo de William James, no define la
historia como una indagación de la realidad sino como su origen. La verdad
histórica no es para él lo que sucedió, es lo que juzgamos que sucedió. (
Nuestro principal objetivo es
presentar una interpretación que ayude de guía para aquellos que quieran
acercarse a los principios que marcan la historia del radicalismo. Como se
desprende de ello, el presente trabajo no es estrictamente histórico sino que
incorpora especulaciones filosóficas y políticas.
Este texto es un recorte de nuestro
pasado en donde intentamos mostrar las tensiones con el presente que nos toca
vivir y sus proyecciones hacia el futuro. Por ese motivo decidimos reescribir algunos aspectos del trabajo original. Ha
variado no sólo nuestro presente, sino también sus proyecciones al porvenir. [1]
Nos enfrentamos por primera vez a una
forma de derrocamiento de un presidente radical distinta: ni Yrigoyen ni Illía, como tampoco Alfonsín, cayeron por no haber hecho lo que prometieron
sino precisamente por eso. En esta oportunidad el derrocamiento fue producto
del alejamiento de nuestra propuesta y de la gente que nos acompañó con su
voto.
A pesar de esta adversidad del
presente, seguimos creyendo, como muchos de los hombres de nuestro partido que
nuestra causa es la conclusión de la revolución de 1810 para lograr construir
una alternativa política democrática en manos del radicalismo ante los grupos
que pretenden perpetuar su poder sectorial en esta sociedad, creando
estructuras para mantener su dominación política, económica y cultural.
I
El golpe de septiembre de 1930 marca
el inicio de la decadencia de los argentinos como sociedad moderna. Los motivos
son múltiples, pero creemos que el fundamental esta dado en el escaso
desarrollo político de las elites dirigentes de entonces, en donde la
polarización entre los yrigoyenistas y quienes no lo
eran pasó a ser el eje central de la política de entonces.
Pero ¿cuáles eran los motivos para
tal división? Según Halperín Donghi,
los “herederos” de la tradición
liberal en la Argentina fueron marginados del espectro político por su falta de
representatividad. Los avances de la democracia de masas ocasionó una frágil
solución política entre la conservación de las clases propietarias, a quienes
estos sectores representaban, y las exigencias de democratización por parte de
las masas.[2]
Este delicado equilibrio hizo que las
elites optaran por el golpe y el fraude para mantener sus privilegios. Pero si
el radicalismo es también heredero de la tradición liberal argentino ¿qué es lo
que pasó?
Lo
que hay que resaltar es que muchas de las transformaciones que sufre el
radicalismo son producto de los cambios que se operaron en el liberalismo
decimonónico. En sus orígenes el radicalismo es heredero del liberalismo del
siglo XIX, pero con rasgos propios, ya que es una variante solidarista.
A pesar de ello, no escapó a la transformación que en este siglo se produjo en
esta tradición que, como dice Eric Hobsbawm “podía desaparecer o hacerse irreconocible.”[3]
Y
precisamente esa transformación y las características propias del radicalismo
son los elementos que lo llevaron a navegar hacia otras ideologías, como la
socialdemócrata fundamentalmente.
Dentro
de un pensamiento progresista, el radicalismo posee reivindicaciones
liberales aunque en un sentido distinto. La convivencia actual con pensamientos
socialdemócratas nos lleva a las palabras de Lefort
cuando dice:
...
el hombre de izquierda no comunista, se siente a la vez liberal y socialista,
invoca de buena gana los principios de 1798 y les gusta imaginar un héroe
mezcla de socialismo y liberalismo.[4]
Es
decir el pensamiento progresista en la actualidad se desarrolla sobre la base
de las ideas de la Ilustración, como sostiene Bowles
y Gintis:
La lingua franca de los estudiantes de Soweto y de los de París, de los armadores navales de
Gdansk y de los ecologistas - los verdes- de Berlín, o también de las
feministas de todo el mundo, la Constitución de 1987 de Nicaragua, no se basan
en el Manifiesto Comunista no más que
al discurso revolucionario marxista, más bien a la Declaración de los Derechos del hombre y el ciudadano de la
revolución francesa, o de la Declaración
de los Derechos americana, uno y otro producto de la tradición liberal. [5]
El radicalismo reivindica posiciones
liberales como el lema de Yrigoyen para llegar a la
presidencia para “restablecer la
Constitución del 53”, frente a un liberalismo que ejerció el poder de
manera autoritaria y centralista, dejando de lado las banderas políticas por
ellos profesadas.[6] No es
cierto como dicen algunos liberales que en la Argentina los conservadores
fueron liberales, sino que “el
liberalismo... se ha metamorfoseado con frecuencia en un instrumento del
conservadurismo.”[7]
Otro punto es de índole filosófico-política y lo encontramos
en la búsqueda de Yrigoyen de un liberalismo solidarista –en donde el Krausismo[8]
juega un rol fundamental - cuando sostenía que la democracia debía garantizar
un mínimo de bienestar, además de las consabidas libertades.
Pensamos que esta actitud autoritaria
del liberalismo se debe a lo que Hannah Arendt señala como “la
expansión del poder político sin la fundación de un cuerpo político.”[9]
En nuestro caso la expansión del poder político está dada por el proceso de
nacionalización (formación de un gobierno nacional fuerte, capitalización de
Buenos Aires, nacionalización de las rentas de la Aduana, etc.) y también por
las campañas a la Patagonia y el Chaco Austral que
son aspectos que marcan el nacimiento de la Argentina en la segunda mitad del
siglo XIX. Nos referimos así por creer que tras el proceso de organización
nacional, nuestro país vio el nacimiento de su historia, sus mitos, sus
espacios. En este proceso, como ya lo señaló Oscar Terán, “se conoce que el positivismo desempeña un papel relevante en esa
empresa.”[10]
El 26 de Julio de 1890 tuvo lugar uno
de los eventos más importantes de fin de siglo y principios del XX, que marcó
el comienzo del fin de un modo de hacer política y la inclusión de las grandes
masas populares en la vida política argentina.
Para poder rastrear cuáles fueron las
causas que produjeron esa revolución del 90, creemos necesario hacer brevemente
una explicación de cuáles fueron los aspectos políticos y económicos que
rigieron la consolidación del estado nacional desde 1880. Desde el punto de
vista político, como ya dijimos, creemos que el fin de las luchas de la
organización nacional que terminaron hacia 1880, permitió al país abrir una
nueva etapa. Los pequeños grupos que detentaban el poder a través de la alianza
de gobernadores provinciales, denominada Partido Autonomista Nacional (PAN) con
su principal arquitecto: Julio A. Roca, constituyeron el instrumento por el
cual la oligarquía nativa va a consolidar su poder.
Los planteos de federalismo,
democracia representativa, división de poderes fueron desvirtuados por los liberales
que gobernaron tras la consolidación definitiva del Estado Nacional (c. 1880),
como dice el autor mexicano Abelardo Villegas, quiénes “creían que el gobierno era patrimonio suyo y no sólo echaban mano de
una legislación restrictiva sino también el fraude sistemático.”[11]
Estos cambios producen
transformaciones en las características del grupo gobernante como lo señala
José Luis Romero:
... elevada a la categoría
de oligarquía... la antigua elite republicana comenzó a precisar su posición y
su conducta una vez que descubrió que tenía en manos los instrumentos que
podían asegurarles el goce de sus privilegios.[12]
Las actitudes autoritarias del
liberalismo se daban en la adhesión al centralismo unitario, producto en parte
de una coyuntura (la guerra de la Independencia) y de circunstancias
estructurales como puede ser la tradición hispánica (fuertemente autocrática).
De ahí la particularidad asumida por nuestros liberales según lo explica
Ricaurte Soler.[13] Pero
es precisamente en esta etapa (c. 1880) cuando por acción del positivismo comteano, el liberalismo:
... estaba indudablemente
capacitado para articular una serie de temas y de categorías legitimadoras de
la preeminencia de un Estado fuertemente centralizado.[14]
Contra esta situación es que Leandro
N. Alem, uno de los herederos del rosismo, del autonomismo de la provincia de Buenos Aires y
del partido republicano se levanta en su célebre discurso en contra de la
Capitalización de Buenos Aires, donde entre sus párrafos más sobresalientes
dijo:
Nuestra Carta Nacional es más centralista que la
norteamericana y la suiza. Nuestra legislación es unitaria, como no lo es en la
primera y las facultades respecto del ejército no están en la segunda. Y puedo
aventurarme a decir que nuestro Ejecutivo es más fuerte todavía que el mismo
Ejecutivo de Inglaterra, no obstante ser monárquica aquella Nación.[15]
Lejos de descentralizar y abrir el
sistema político, Roca va a optar por concentrar y reducir aún más con la
elección de su cuñado Juárez Celman como su sucesor.
Este va a ser un presidente que lejos de buscar nuevos marcos políticos se fue
cerrando sobre sí mismo. No es casual que en 1890, durante la presidencia de
Juárez Celman (1886-1890), se produzca “el punto más alto de la influencia spenceriana en la política económica y religiosa del
gobierno argentino”[16]
cuando se produce la Revolución del Parque. En ella se exteriorizaron dos
cosas: la reacción frente a la mala estructuración espacial de la Nación en
torno a Buenos Aires con sus intereses agroexportadores;[17]
y la crisis del sistema político imperante basado en la corrupción y el fraude
necesario para mantenerlo.[18]
Estas diferencias se ahondaron más en la medida que el liberalismo, atrapado
por el positivismo, será centralista y autoritario y el radicalismo por el
krausismo[19],
será federalista y democrático.[20]
El proceso económico generó la modernización de la estructura
económica argentina con las actividades agrícola-ganaderas, con la extensión de
las vías férreas, con el endeudamiento externo, con la vinculación con Gran Bretaña,
con la llegada masiva de inmigrantes.
En esa década se produjo el mayor crecimiento económico en la
historia económica argentina pero este crecimiento tenía dificultades: el
importante crecimiento de la deuda pública nacional por la gran cantidad de
emisión de monedas, y también en el fortalecimiento de un esquema periférico de
nuestra economía. Todos estos aspectos van a potenciar la necesidad de
financiamiento externo constante y, cuando ese flujo se cortó en 1890, se
afectó a la actividad económica. Al margen de estos problemas estructurales
también existían otros como la corrupción generalizada.
Desde la política los grupos van a reclamar su participación:
los inmigrantes, las clases medias, los obreros, fueron el caldo de cultivo
para la gestación de la revolución del 90.
En Septiembre de 1889 se van a notar los primeros síntomas
con el mitin que la Unión Cívica de la Juventud organizó, y donde participó
Leandro N. Alem que con su florida prosa va a
levantar a los jóvenes en contra de este sistema político. Al siguiente año se
produjo el acto del Jardín Florida, en abril del 90, allí estuvieron los
sectores desplazados del poder, quienes formaron la Unión Cívica, y que van a
motorizar la Revolución del 26 de Julio de 1890.
Esta tuvo dos jefes Alem que era el
jefe civil y el general Campos que era mitrista como
jefe militar. La falta de coordinación conspiró contra su éxito. Y no sirvió de
nada la tesonera actitud de los hombres de Alem para
tratar de luchar y por hacer triunfar a la revolución ya que el general Campos
además traicionó los principios que la impulsaban. Si bien la Revolución
fracasó en términos objetivos, va a permitir el recambio por el vicepresidente
Carlos Pellegrini.
La actitud mitrista facilitó el
acuerdo entre Mitre y Roca; los grupos oligárquicos no abandonaron el poder.El rechazo de este acuerdo produjo la división de la
Unión Cívica en Unión Cívica Nacional (mitrista) y la
Unión Cívica Radical (Alem e Yrigoyen).
Esta división no se debió sólo a motivos circunstanciales,
sino que contribuyó a la formulación de los elementos básicos de la ideología
radical: la intransigencia, la abstención y la revolución.
El
primero de ellos tiene que ver con el rechazo de aquellos acuerdos electorales
de corto alcance, de allí el segundo elemento: la abstención, que es la
decisión de no participar de los comicios hasta que estos fueran libres, y
finalmente la revolución como instrumento para llegar a la “reparación” que significa el reemplazo
del corrupto sistema electoral que impedía el libre sufragio por el gobierno de
la nación. Existieron intentos revolucionarios en 1893 y 1905 que fueron
abortados.
En 1896 Alem se suicida y el
partido entró en un letargo hasta que toma la conducción Hipólito Yrigoyen quien lo dinamizó y constituyó el segundo intento
revolucionario de 1905.
Yrigoyen entendió
que sólo la construcción del cuerpo político se podía lograr con la revolución,
como ocurrió en Uruguay. Allí, la actitud
de los partidos políticos fue mucho más madura que en la Argentina, si bien es
cierto que existió una derrota militar de un sector - los blancos de Aparicio Saravia en 1903- existe como antecedente importante la
coparticipación, que “consistía en un
reparto de dominio político que se hacían los partidos tradicionales.”[21]
Es cierto que ambos partidos en pugna - Blancos y Colorados - se incorporaron
al juego democrático y avanzaron durante las Presidencias de Battle (1903-07 y 1911-15) hacia la conformación de un
Estado Social de Derecho sólo comparable en Latinoamérica por el Estado emergente
tras la Revolución Mexicana de 1910.
También es cierto que existe una
actitud política diferente en los sectores medios de ambos países, ya que
nuestro radicalismo es el único partido de Latinoamérica conformado desde la
clase media[22], no
así el Batllismo que la incorporó a un partido ya
existente – el Colorado -.
En
la Argentina no existió tal situación política, producto de la segregación de las mayorías del juego
político – como consecuencia del darwinismo social, reflejado por la exclusión
de las clases medias del poder y las leyes discriminatorias hacia los obreros
-.[23]
Producto de la crisis del liberalismo algunos sectores de la
elite empezaron a visualizar la necesidad de reformar el sistema político
restrictivo. Existen los primeros intentos con Figueroa Alcorta
que fracasan, y fue recién con Saeñz Peña, quien tras
acordar con Yrigoyen, sancionó las normas de sufragio
libre, secreto, universal y obligatorio.
El radicalismo ganó la primera
elección provincial bajo esta legislación en 1912. La Unión Cívica Radical no
es sólo el primer partido político moderno sino que es una alianza civil, es la
expresión de la nación excluida económica y políticamente.
II
El
radicalismo llegó al gobierno tras ventiseis años de
lucha, en los primeros comicios presidenciales limpios. Aquí se inauguró un
período en el cual este movimiento político fue el más importante, llegando a
la conducción del país hasta el golpe de 1930, y siendo mayoritario hasta la
llegada del peronismo en 1946.
En
la elección del 2 de abril de 1916 la fórmula Yrigoyen-Luna
obtuvo 339.000 votos y 143 electores; los Demócratas Progresistas 122.000 y 65,
el Partido Socialista 52.000 y 14 y el radicalismo disidente de Santa Fe 28.000
y 19. El binomio radical triunfó en el Colegio Electoral con los votos de los
disidentes, obteniendo 152 votos. Como resultado de esta elección el
radicalismo tuvo minoría en ambas cámaras. En diputados, recién en la siguiente
elección obtuvo mayoría, cosa que nunca ocurrió en el Senado.
En 1916 se quiebra la sucesión de
gobiernos oligárquicos, según el mismo Yrigoyen, con
el radicalismo “la Nación ha dejado de
ser gobernada para gobernarse a sí misma.”[24]
El 12 de Octubre de 1916 fue una fecha de grandes expectativas, en donde:
... los enfervorizados
radicales desunieron los caballos de la carroza presidencial y arrastraron el
vehículo... la lenta travesía... fue una apoteosis sensacional. Un vocerío
imponente surgía de miles de gargantas. Veredas, balcones y hasta árboles
repletos de racimos humanos. Era un día de gloria...[25]
Muchas de estas expectativas estaban
fundadas en un rasgo distintivo de la nueva democracia que se instauró en la
Argentina:
... la democracia no
consiste sólo en la garantía de la libertad política: entraña a la vez la
posibilidad para todos de poder alcanzar un mínimum
de felicidad siquiera.[26]
Es necesario aclarar que fue un
gobierno con limitaciones fácticas muy importantes. A pesar de los sucesivos
triunfos radicales, gracias a la ley Saenz Peña
(1912), que le permitieron primero ganar la presidencia (1916) y después la
mayoría en la Cámara de Diputados (1918), hasta el famoso plebiscito de 1928
marcaban la preponderancia del radicalismo, éste nunca tuvo mayoría en el
Senado de la Nación ni injerencia en la Suprema Corte de Justicia.
Esta falta de mayoría en el Senado
produjo que los conservadores obstruyan muchas iniciativas parlamentarias y “por esas circunstancias el régimen radical
no cuajó en una definida y compacta obra legislativa que modificara a fondo la
fisonomía social del país.”[27]
El problema grave del radicalismo es
que consolida su posición sólo en términos de votos individuales, no de organizaciones o de factores de poder que
cuenten con medios regulares de acción o de expresión.[28]
Una prueba de ello es lo señalado por Hugo del Campo quien sostiene en el caso
del movimiento obrero que sólo existía una relación “personal” entre el caudillo y los dirigentes obreros de tendencia
sindicalista de entonces.[29]
El krausismo generará no sólo
aspectos místicos (como las múltiples expresiones religión cívica, causa,
régimen, etc.), sino definiciones políticas concretas como la conceptualización de la Nación en el hecho de que:
La vida institucional y
solidaria que propone para la Nación es, según Yrigoyen,
la superación de la antigua Argentina dividida en fracciones en oligarquía
privilegiada y mayorías discriminadas.[30]
O de las nacionalizaciones de los
recursos naturales producto también de ese solidarismo en donde “el interés nacional predominaba sobre los
particulares.”[31]
Alvear inicia el segundo gobierno
radical acompañado por Elpidio González. Tras una
elección donde el radicalismo se impone en 12 de los 15 distritos que
conformaban el país. Durante su gobierno el radicalismo sufrió en 1924 una
división, entre personalistas (o seguidores de Yrigoyen)
y antipersonalistas (que era un grupo bastante
heterogéneo). Esto debilitará su accionar político, ya que los yrigoyenistas conformaron la mayoría en diputados. Para
revertir los efectos de la crisis de posguerra, que habían generado fuertes
demandas obreras en la gestión de Yrigoyen, se
tomaron las primeras medidas proteccionistas para el sector industrial y fue un
período de solidez económica.
En Marzo de 1928 ocurre el famoso
plebiscito donde obtiene 840.000 votantes contra 440.000 de toda la oposición, es decir el 57,
4%, y desde ese momento la prensa opositora como el diario La Fronda el 20 de ese mes y año dijo:
Yrigoyen a triunfado porque hoy los
aplauden en todas las cárceles, los indultados, los reincidentes, mara-donna, rufianes, dueños de
casa de juego y lenocinios, 500.000 empleados u obreros ocupados en las
compañías.[32]
El trato despectivo, casi racista
hacia los inmigrantes y la vinculación a Yrigoyen con
el bajo mundo, marcan una pauta de cómo se tergiversaban los hechos.
En las elecciones para diputados del
2 de Marzo de 1930 se sintieron los efectos de la crisis en una baja del caudal
electoral del radicalismo, que marcó la posibilidad del cambio en las
estructuras político institucionales, aunque muchos se negaron a seguir el
camino de la ley para iniciar el triste camino del golpe de estado primero, y
la marginación política después durante los años que siguieron a 1930.
Los rumores en los cuales se basó la
oposición se impulsaban desde la llamada prensa seria. Cabe aclarar que “dejó de apoyar a Yrigoyen
a poco de comenzar su primer gobierno, y se convirtió en encarnizada
enjuiciadora”, como en el caso del diario La
Esta campaña de desprestigio continuo
desde los medios de difusión, fue preparando el terreno para la caída del
gobierno con una solicitada publicada el 9 de Agosto de 1930 en donde se exigía
al gobierno la correcta inversión de los dineros públicos y la fiel aplicación
de las leyes orgánicas fundamentales. También se quejan de las dificultades de
colocación de nuestros productos cuando ellos mismos boicotearon el pacto
D’Abernon – que era un plan de cooperación económica bilateral con Inglaterra-
desde las bancas.
Así fue como esta campaña dirigida
por los sectores del privilegio crearon una imagen de Yrigoyen
que distaba de ser la más auténtica; crearon una base social que les permitió
derrocarlo.
Pese al equilibrio institucional, no
existía forma de derrotarlo, hasta que la confluencia de dos factores lo
permitió - quebrando la tradición republicana y el inicio de nuestra decadencia
-: la crisis Mundial de 1929 - nos limitaremos a decir que se tomaron los
recaudos necesarios- y una campaña de desprestigio hacia el gobierno.
No obstante esta limitación fáctica,
los gobiernos radicales de 1916 a 1930 dictan la Carta Orgánica de la
Municipalidad de Buenos Aires, mantienen la neutralidad en la Gran Guerra,
apoyan el movimiento reformista universitario de 1918, crean Yacimientos
Petrolíferos Fiscales, se crea el Instituto Nacional del Petróleo. Como vemos,
la cuestión petrolera tiene una importancia capital, ¿por qué? Porque si lugar
a dudas su importancia adicaba en que:
... Gran Bretaña salda su déficit
comercial con la Argentina vendiéndole petróleo y los Estados Unidos querían
equilibrar la balanza de un intercambio
que deseaba cada día mayor trasladando fuera de la Argentina los excedentes del petróleo producido por sus
compañías.[36]
El
aporte de estos gobiernos fueron: a) reivindicación de la soberanía popular;
b)respeto al individuo como ser sagrado para los hombres en sus derechos; c) un
estado pluralista y democrático, como garantía de una organización social
armónica y estructurada; d) integración latinoamericana; e) respeto por la
autodeterminación de los pueblos.
En
septiembre de 1930 la crisis económica y política que vivía el país, motivo que
los sectores conservadores y nacionalistas utilicen al Ejército para desplazar
a Yrigoyen del poder iniciando un período de
III
El 6 de Septiembre de 1930 se
instauró en el país la dictadura de Uriburu que
intentó esbozar un Estado Totalitario en nuestro país. Pero la diversidad de
las facciones que derribaron a Yrigoyen formaban dos
grupos: quienes pretendieron un estado fascista
– que hizo agua el 5 de abril de 1931, cuando el radicalismo triunfó en
las elecciones para la gobernación de Buenos Aires – y quienes propusieron una
democracia limitada impidiendo su concreción, saliendo victoriosos de esta
puja, con grupos que estaban formados por sectores populistas muy fuertes como
el del Gobernador de Buenos Aires, Manuel Fresco, quien impuso en la provincia
un pequeño ensayo del proyecto corporativo.
El
debilitamiento del liberalismo en sus aspectos económico y político significó
su transformación: aparición en la Argentina de alternativas regulatorias de la economía (creación del Banco Central,
las Juntas Reguladoras, el pacto Roca-Runciman, etc.)
y, desde lo político, optaron por el fraude como forma de excluir al
radicalismo.
Esta
transformación afectó también al radicalismo al ser un liberalismo solidarista aunque su eclecticismo – que tiene su origen en
el krausismo - le permitió en esta década que convivieran en su seno liberales
a la europea (los alvearistas), el nacionalismo
democrático representado por FORJA[37]
y Amadeo Sabattini[38],
las ideas keynesianas y el pensamiento social demócrata[39]
del Movimiento de Intransigencia y Renovación.
La
ruptura constitucional de 1930 y la adopción del fraude como metodología
política influyó sobre toda la vida política argentina generando un ambiente de
corrupción generalizada que llevó a denominar a este período, iniciado en 1930
hasta la Revolución del 43, como la “Década
Infame”. El radicalismo enfrentó esta situación de dos maneras distintas,
la primera desde 1931 a 1935 con la adopción de una oposición revolucionaria y
abstencionista, la llamada “abstención
corta” para luego participar de las elecciones por decisión de la cúpula alvearista. Esto generó una división importante en el seno
del partido, por un lado el grupo oficialista, formado por Alvear
y sus seguidores, y por otro, la oposición conformada por el sabattinismo, por FORJA, y luego tras la disolución de esta
agrupación por el Movimiento Renovador de la Provincia de Buenos Aires, origen
de Intransigencia y Renovación.
Dentro del radicalismo los algunos sectores antipersonalistas[40]
que reingresaron al partido tras el golpe del 30, se sumaron al alvearismo y pronto tomaron la conducción partidaria
realizando una política antiyrigoyenista. Con la
muerte de Yrigoyen, Alvear
quedó como jefe del partido. Éste buscó una oposición dentro de la legalidad,
aunque, como lo dice Ciria, esta posición fue la que
llevó a un desgaste del radicalismo como oposición política que redundo en la
gestación del peronismo durante el gobierno de facto de la revolución del 4 de
junio de 1943. Dicho en otras palabras:
...
Alvear, después de todo, es la figura más
representativa de la UCR como partido de oposición – al estilo francés o
inglés, claro - dentro de la legalidad, una legalidad trampeada constantemente
por el fraude y la discriminación...[41]
El rescate del yrigoyenismo
empezó a f
Tras
el alejamiento de FORJA del radicalismo,
otro grupo asumió la oposición partidaria, formado también por jóvenes –
algunos habían pasado por aquella como Del Mazo y
Durante la década del 30 y principios del 40 se produjeron
cambios sustanciales en la sociedad argentina como que los trabajadores
industriales crecieron considerablemente alrededor de Buenos Aires, agudizando
el problema del desequilibrio espacial del país. Esto no fue percibido por los
partidos mayoritarios de entonces, y sí por quienes –o algunos de ellos-
condujeron la revolución de 1943, que justo es reconocerlo hicieron cabida a
los reclamos de este nuevo sector. Pero como lo califica Rouquié
era “militarista y antipartidario.”[43]
Producto de esos importantes cambios sociales y
económicos ocurridos en los años treinta, las vinculaciones entre la
política y la corrupción, además de las
erróneas decisiones políticas que la conducción alvearista
generaron las condiciones para el ascenso al poder de un nuevo movimiento
político, el peronismo.[44]
La Segunda Guerra Mundial acelera el proceso de industrialización por el de
sustitución de importaciones que cambia la estructura productiva y creó una
nueva realidad social.
Ante
esta situación el radicalismo pierde el carácter mayoritario que hasta ese
momento había demostrado en todas las elecciones libres desde la Ley Saeñz Peña. En febrero de 1946 la fórmula Perón-Quijano se
impuso a la alianza Unión Democrática que era encabezada por los radicales Tamborini y Mosca por una ventaja de 300.000 votos.
Mientras tanto en el radicalismo ocurrieron cambios internos,
tras la derrota electoral la cúpula alvearista fue
desplazada por los miembros de Intransigencia y Renovación (MIR) como Balbín, Frondizi, Lebensohn, Del Mazo
entre otros.[45] Con una postura de oposición constructiva, de apoyo a
las medidas progresistas del gobierno peronista causó una profunda división en
el partido ante la postura fuertemente antiperonista
de los unionistas.
Este sector realizó un rescate del yrigoyenismo a través de Lebensohn
en un primer momento, luego con Frondizi y Balbín.
Incluso en el documento fundamental del MIR, La profesión de fe doctrinaria tiene una clara influencia krausista
cuando, entre otras cosas, expresa que el radicalismo “es una concepción de vida y la
revolución radical hace de la política una creación ética.”[46]
La
llegada de este grupo significó, entre otras cosas, un quiebre del rumbo
ideológico del partido ya que muchos de ellos eran lectores importantes,
autores socialdemócratas como “Lasky, y propugnaban un socialismo a la europea”[47]
y así lo mostraron en la Declaración de
Avellaneda, la Profesión de fe doctrinaria y las Bases de Acción Política. Estos documentos pasaron a ser el eje por
el cual se definieron los lineamientos ideológicos del partido radical hasta
hoy.
En
esa etapa las características del peronismo eran el estatismo, el bilateralismo, la nacionalización del comercio exterior con
el IAPI, la no incorporación al Fondo Monetario Internacional y al Banco
Mundial, y la aplicación de la "Tercera
Posición" en el ámbito diplomático. El sector de FORJA que emigró
hacia el peronismo, le dio muchos de esos contenidos ideológicos.
El liderazgo del Gral. Perón sirvió
como contención hacia una alternativa imaginaria de los trabajadores, además de
imprimirle a la sociedad un fuerte contenido corporativo (CGT única, por ejemplo). El contenido autoritario,
que lentamente ante la ineficacia demostrada por los planes quinquenales
elaborados desde 1946, se fue intensificando con la crisis en 1952 con un
importante aumento de la represión. Una muestra de ello fue el proceso de
desafuero y posterior encarcelamiento de Ricardo Balbín.
En 1950 aparecen condicionamientos al modelo por la crisis
económica en el agro, debido a que el modelo reformista reveló sus
limitaciones, dando lugar a una segunda actitud que produjo una liberalización
y abrió el camino hacia la segunda etapa. Esta última genera cambios en la
política económica como por ejemplo la liberalización del IAPI, y también
estratégicos.
El aumento de la represión no se limitó a los sectores
políticos, llegando a las corporaciones como la Iglesia.
El aumento de la crisis económica y de la represión oficial
sentaron las bases de la “Revolución
Libertadora”. Este golpe de Estado en 1955 proscribió al peronismo, creando
una endeble base política para los gobiernos civiles surgidos entre esa fecha y
1973; el radicalismo, sufrió una fractura muy importante en 1957, tras una puja
entre Frondizi y Balbín; el primero fundo, junto con Rogelio Frigerio,
la Unión Cívica Radical Intransigente y tras el alejamiento de los principios
doctrinarios del radicalismo fundó el Movimiento de Integración y Desarrollo
aunque la UCRI, subsistió hasta 1972, en que se convirtió en Partido
Intransigente (PI), conducida por Oscar Alende; el
segundo agrupó a la Unión Cívica Radical del Pueblo, fue la heredera legítima
de las tradiciones radicales, hasta hoy.
Rouquié caracteriza muy bien la causa de la
... después de la
restauración conservadora de 1930, 1955 señalaba el retorno de los partidos
democráticos y víctimas del peronismo; 1962 la revancha de los radicales
derrotados en 1968 por Frondizi y, en justa
compensación, 1966 mostraba a los frondicistas
complotando para derrocar al gobierno de la UCRP.[48]
IV
La
división del radicalismo nace, como dice Rouquié, “del combate en torno a la persona de Arturo
Frondizi” y el radicalismo intransigente “se presenta claramente como el instrumento
de este último en la lucha por el poder”.[49]
Mientras tanto la UCRP quedó conformada por la Intransigencia de la Provincia
de Buenos Aires, el unionismo y la Intransigencia Nacional de Córdoba.
Con
la exclusión del peronismo del juego político:
...
los dos partidos radicales abarcaban toda la gama de las fuerzas electorales
representativas de f
Esto
ha llevado a muchos a sostener que el radicalismo con su división:
...perdió
la oportunidad histórica de convertirse en el gran partido argentino, en el
momento en que estaban dadas las condiciones para que –una vez llegado al
poder- obrara como conciliador de la antinomia peronismo-antiperonismo.[51]
Esta división permitió a los militares
convertirse en árbitros de la situación. Los golpes de estado como la
Revolución Libertadora, y el en contra de Frondizi,
tienen como característica general el objeto de reordenar una democracia débil,
sin que exista una base popular donde las Fuerzas Armadas juegan como
mediadores de la situación hasta que cambió en los golpes del 66 y el 76
pasando de ese rol a pretender reemplazar al sistema político.[52]
Sumada a esta situación el hecho de que:
...Ninguno
de los partidos radicales se atrevió a desafiar frontalmente las proscripciones
impuestas por las fuerzas armadas, con lo cual hubiesen contribuído
a fundar un sistema verdaderamente democrático.[53]
El primer test, la
convocatoria a la Constituyente de 1957, fue un proceso electoral importante
inmediatamente después de la llegada de la Revolución Libertadora. Por decreto
se había anulado la Constitución del 49 y había que reimponer la antigua
Constitución. Para esto fue necesario llamar a una Convención Reformadora.
Desde el punto de vista electoral lo que más interesa en este momento es la
gran cantidad de votos en blanco que existieron, ya que Perón propugnaba este
voto entre sus partidarios (2.100.000 votos). El radicalismo iba fracturado: Frondizi por un lado con la UCRI (1.800.000 votos) y la
UCRP por otro - estos últimos van a ser quienes triunfan (2.200.000 votos) -.
La convención Reformadora sólamente alcanza a
incorporar un artículo nuevo a la Constitución del 53, el 14 bis; el resto
quedó igual debido al retiro de los convencionales, del frondizismo
y luego los convencionales que formaban parte de la derecha - los partidos
conservadores - que quitaron quórum, motivo por el cual no se pudo seguir
sesionando.
A partir de esto, Frondizi tuvo
mucho más presente la idea de integrar al peronismo. Era necesario acordar con
él como una manera de sacar ventaja al otro radicalismo, que en ese momento
aparecía como partido oficial.
El
programa de la UCRI estaba contenido en el Mensaje
a veinte millones de argentinos que como señala Rouquié,
este “programa [era] tan electoral en sí mucho menos importante
que en comparación con la carta de Avellaneda”[54].
En cambio la plataforma de la UCRP sigue con mayor precisión los lineamientos
históricos del partido.
Creemos
que el pragmatismo de Frondizi lo llevó a no ser muy
profundo en sus propuestas, como una manera de congraciarse con los grupos de
poder, ya que su imagen parecía más progresista que el candidato del
radicalismo del pueblo Ricardo Balbín. Y aquí encontramos el comienzo de la
adaptación del programa intransigente a lo que fue la Declaración de Chascomús de 1960 que es
el definitivo abandono de las propuestas socializante de f
Para
las elecciones de 1958 Frondizi realizó una alianza
con Perón –que estaba proscrito - y esto le permitió ganar las elecciones,
sumando unos 4 millones de votos contra 2.5 millones del candidato de la UCRP,
Ricardo Balbín.
El frondizismo
amalgamó una ideología compuesta por dos elementos: la integración y el
desarrollo, sustentados por un nacionalismo capitalista, inspirado en la teoría
keynesiana y el modelo de desarrollo norteamericano. Existen cuatro puntos de
esta ideología del desarrollo. La primera de esas características es su
carácter anti-ideológico fundamentado en el realismo,
la eficacia y la racionalidad, que son tres conceptos claves a la hora de
entenderla. La formación de un nacionalismo movilizador
contra las fuerzas antinacionales (vinculadas al viejo modelo de inserción)
desaparecerían ante la unidad nacional promovida por el desarrollo. El tercer
elemento fue un optimismo planetario, fomentado por la coexistencia pacífica
entre los bloques y la presencia de líderes mundiales de la talla del Papa Juan
XXIII y Kennedy. El último elemento es un americanismo sin fronteras basado en
la fascinación por el modelo norteamericano, la necesidad de abandonar a Europa
y la búsqueda de una sociedad política con el Brasil.[55]
La gestión de Frondizi
fue una etapa de fuerte expansión económica sumada con crisis cíclicas. En la
superación de ellas la ayuda del FMI y la aparición de Alsogaray
en el Ministerio de Economía produjeron cambios en la orientación desarrollista
con el lanzamiento de un plan de estabilización. Esto generó el incremento de
las huelgas y fricciones con el peronismo. Como respuesta a ello se lanza el
plan CONINTES donde los militares intervinieron en los conflictos sindicales. A
pesar de los importantes cambios económicos, esto no alteró los principios de
política exterior; en todo caso las variaciones obedecen a presiones militares.
El año 1959 fue de inflexión. A la delicada
situación interna se le sumó un suceso regional de implicancia mundial: la
revolución cubana. Con la consolidación de ella aumentó la tendencia pretoriana
de las Fuerzas Armadas (que existieron hasta la culminación de esta gestión
unos 32 planteos militares).
El debilitamiento del acuerdo con Perón, los
constantes planteos militares, el triunfo del candidato peronista Framini y la respuesta ante el caso cubano, produjeron que Frondizi cayera en 1962, siendo reemplazado por el
presidente provisional del Senado, José María Guido.
Durante
esta gestión se produjo un enfrentamiento entre los miembros del Ejército
conocido como "azules y colorados".
Los primeros eran profesionalistas y estaban
encabezados por Onganía que era el Comandante en Jefe
del Ejército, y los segundos impulsaban políticas fuertemente antiperonistas. El triunfo de los primeros no garantizó el
levantamiento de la proscripción del peronismo para las futuras elecciones de
1963.
Illia llega al poder con un escaso apoyo
electoral en las urnas (25,15%) pero siendo ampliamente votado en el Colegio
Electoral obtuvo 270 electores contra 194 de los otros candidatos. Con un
agravante, la gran cantidad de votos en blanco que habían descendido
notoriamente con respecto a otras elecciones a pesar de la proscripción del
peronismo.
Como señala Acuña, el gobierno de Illia “constituyó un
importante intento de buscar la cohesión de los objetivos éticos político de la
planificación y la eficiencia.”[56]
Illia definía así a la democracia:
La democracia argentina
necesita perfeccionamiento... Ese perfeccionamiento de nuestra democracia como
forma de vida, no podrá lograrse a no ser que estemos resueltos a aceptar
modificaciones sustanciales en las actuales estructuras económico-sociales de
nuestro país.[57]
Illia creía que el Estado democrático
excede los límites tradicionalmente asignados al Estado de derecho poniendo a
prueba los derechos que no le son incorporados. Este tipo de Estado es el
teatro de una contestación, en donde el objetivo no se reduce a la conservación
de un pacto tácitamente establecido sino que se extiende constantemente hacia
los reclamos de la sociedad; el Estado democrático pretende definirse como una
historia siempre abierta.
Este
concepto de invención en la democracia[58]
tiene necesariamente una estrecha vinculación aunque no tengan un mismo origen
con el termino reparación - palabra
utilizada con frecuencia en el léxico radical y del cual Illia
no es la excepción - Illia era consciente de esto
cuando indicó que “el concepto social de
la democracia no es nuevo, ni es sólo nuestro, se nutre en la filosofía social
contemporánea.”[59]
Avanzando sobre éste señaló:
Nuestra
democracia como forma de vida, no podrá lograrse a no ser que estemos resueltos
a aceptar modificaciones sustanciales en las actuales estructuras
económico-sociales de nuestro país, que devuelven al pueblo la fe en sus
instituciones y gobernantes. [60]
Esta
definición ubica la tensión entre la libertad y la propiedad que es señalada
por Halperín Donghi, cuando
la democratización impone una frágil solución política entre la conservación de
las clases propietarias y las exigencias de la democratización.[61]
Es
necesario puntualizar las ideas y las palabras de Don Arturo Illia:
...Creía
optimistamente él en la armonía universal,
en la racionalidad de las cosas, por sí solas, como un gran reloj, se iban a
reglar y funcionar armoniosamente, en la medida que tomáramos conductas y
asumiéramos compromisos de acción política, que nada tenían que ver sin
embargo, con la propaganda política.[62]
En
la anterior definición tenemos varios conceptos interesantes para desarrollar:
por un lado la adhesión al krausismo, en segundo lugar, la positividad
y finalmente la conducta asumida por la acción política.
Alvarez Guerrero reitera el planteo que “Don Arturo era un auténtico y convencido krausista, quizás
el último al estilo del siglo XIX”[63]
La
positividad manifestada por Alvarez
Guerrero en Illia la hemos podido comprobar en
muchísimas oportunidades, como por ejemplo cuando dice: “el pasado no puede dividir a los argentinos, del mismo momento que no
puede regresar”[64]
o “la posibilidad y mantenimiento de un
proceso continuo de crecimiento económico.”[65]
Estas ideas son típicas del pensamiento racionalista, y las encontramos
presentes en todo el discurso de Illia.
La política económica estuvo marcada por los lineamientos de
la CEPAL. Se puede caracterizar como un populismo reformista donde conviven
elementos keynesianos - un estado activo en el control y la planificación
económica -, política de distribución y la protección del capitalismo nacional. A pesar de haber logrado una recuperación del
producto bruto interno, cumplimiento de
las obligaciones del país tanto internas como externas, saldos positivos en la
balanza de pagos, creación del Consejo Nacional de Desarrollo, disminución de
la desocupación, se dio desde los medios una imagen de inactividad como señala Rouquié “no sólo
tenía objetivos tácticos, sino que contribuía a dar origen a una nueva
legitimidad.”[66]
Una medida que generó rispideces
con Estados Unidos es la anulación de los contratos petroleros firmados por Frondizi. Esta
medida generó “la necesidad de buscar
cómo substituir momentáneamente el aporte de empresas
que ahora sabotean el abastecimiento.”[67]
Si bien con ellos el país se había acercado al
autoabastecimiento, no existía una explotación racional del recurso, cosa que
sí garantizaba la empresa estatal.
Desde
el punto de vista militar, Onganía pronunció en 1964
un discurso en la Academia Militar de West Point que fue tomado como la adhesión del Ejército a la
doctrina de la seguridad nacional. Sumada a esta situación el enfrentamiento
con las Fuerzas Armadas se intensificó a raíz del relevo de Onganía
por Pistarini que ocasionó un deterioro en las
relaciones del Gobierno con ellas.
La caracterización del Halperín Donghi “el partido del gobierno era así tan ajeno a
las organizaciones trabajadoras como a las empresarias”[68];
nos explica por un lado el enfrentamiento con la CGT – que operaba como brazo
político del peronismo proscrito, a pesar de existir fuerzas en ese entonces
dominadas neoperonistas - y por otro con las entidades
empresarias, que se enfrentaron con el gobierno ante medidas como el salario
mínimo vital y móvil o la ley de medicamentos[69].
Todos
los factores conspiran contra el gobierno de Illia:
petróleo, militares, entidades empresariales y obreras, y medios de difusión
que trabajaron para el golpe que se concretó finalmente el 28 de junio de 1966.
A la necesidad de recreación constante de la democracia se le vuelve a
anteponer el proyecto corporativo pseudomodernizador
que caracterizó a la dictadura que se instaló en el país.
Illia mismo diagnosticó los motivos del golpe como
resultado de su política económica:
Periodista: ¿Atribuye usted
a factores políticos su derrocamiento?
Illia: No, sino a nuestra
política económica. A la anulación de los contratos petroleros, a la Ley de
Medicamentos, nuestra política de comercio exterior, a la no aceptación de
condiciones leoninas de ciertos organismos internacionales...[70]
V
El golpe de Estado de 1966, “trató de crear una autocracia modernizadora
que cambiase la sociedad desde arriba, con o sin respaldo popular.”[71]
Luego
de los primeros intentos nacionalistas, este gobierno designó como Ministro de
Economía a Albert Krieger Vasena, quien puso en ejecución un plan de ajuste que hacia
1969 produjo un estallido social importante en diversos puntos del país
(Córdoba, Rosario, etc.), que ocasionó el relevamiento
del ministro primero y del dictador después. Asumió la presidencia el general Levingston, quien tuvo poca duración en el cargo. Lanusse, a su vez lo reemplazó y llamó a elecciones.
El golpe del 66 les da la fuerza a muchos radicales para
cambiar su pasiva actitud y entender que no bastaba con un buen gobierno, ya
que el de Illia lo había sido, y había caído en la
más grande de las indiferencias populares. Esta actitud se notó en los jóvenes
radicales que en 1968 fundaron la Junta Coordinadora de la Juventud Radical y
denunciaron la indiferencia partidaria exigiendo la reformulación del partido
como herramienta de la unidad popular:
Acá
hay que arrancar desde el treinta, hay que recordar quiénes eran los radicales
que criticaban a Yrigoyen y terminaron haciéndole el
caldo gordo a Uriburu. Y hacia fuera hay que dejarse
de joder con el antiperonismo, acá hay que unir a las
fuerzas populares.[72]
Estas ideas: la unidad popular, la adopción del movimentismo, el abandono del antiperonismo
tiene en este sector joven, y sobre todo a Sergio Karakachoff
como uno de sus principales impulsores. Para ello era necesario un cambio
metodológico fundado en “sacar el partido fuera de los comités. Esa es la
manera de lograr la unidad: en la acción.”[73] Pero
esto no fue una cuestión discursiva sino también práctica como lo demuestran
las relaciones con organizaciones de lucha contra la dictadura como la CGT de
los Argentinos.
Muchos
se alejaron de su referencia política que hasta ese momento tenían, como era el
balbinismo, para tratar de recuperar la raigambre yrigoyenista del partido, su característica movimentista, y por eso no dudaron a principio de los 70 en
conformar el Movimiento de Renovación y Cambio junto a Raúl Alfonsín
– otro de los dirigentes partidarios que lucharon contra la dictadura de Onganía -.
Cuando en septiembre de 1970 Alfonsín estaba preparando el lanzamiento del Movimiento de
Renovación y Cambio, su corriente interna para pelear la conducción nacional
del radicalismo, estos jóvenes desde su periódico En Lucha dijeron:
... el radicalismo es la
causa frente al régimen. Es decir, expresión emanada de las mayorías populares
y a su servicio, en tanto que definitivamente enfrentada con los sectores del
privilegio... De lo que se trata es de reivindicar el concepto, de la más pura
estirpe yrigoyenista, de que el destino del
radicalismo esta indisolublemente unido a las mayorías populares. Si ambos se
han separado es porque el radicalismo no ha sabido interpretar ni conducir a
las mayorías; es decir no ha estado a la altura de su cometido histórico...[74]
La
recuperación de ese carácter tiene como culminación de esta etapa el documento
llamado Manifiesto del Movimiento
Renovador Nacional de septiembre de 1972 y la plataforma partidaria para la
elección de 1973.
El
Manifiesto... es el documento
fundacional del Movimiento de Renovación y Cambio. Esta enfrentó a Balbín que
desde la división del partido se había consolidado en la conducción. En su seno
convergieron desprendimientos del propio
balbinismo, del unionismo y del sabattinismo,
aunque también tenía una presencia juvenil importante. Es una corriente
fuertemente renovadora desde el punto de vista ideológico ya que en sus
principales participantes se perciben las “influencias
del socialismo humanismo (notable en el pensamiento Alfonsín
y de otros redactores del manifiesto), especialmente a través de Erich Fromm y Karl
Manheim”[75]
La Convención decidió incluir en su
plataforma la nacionalización de la banca y el comercio exterior, un nuevo
marco regulatorio para las inversiones extranjeras y
límites a la injerencia de organismos de crédito internacionales.
Un dato importante es que ante el
intento de perpetuar el régimen pretoriano por parte de los militares la clase
política reacciona abandonando los antagonismos de ayer, elaborando estrategias
comunes, como la “Hora de los Pueblos”
o el “Encuentro Nacional de los
Argentinos”. El nuevo clima de Unidad Nacional se basaba en alejarse de las
estériles disputas del pasado y la necesidad de afianzar un presente y un
futuro común. Una muestra de ello fueron estas propuestas comunes o los
encuentros entre Perón y Balbín.
Las elecciones de 1973 dieron el
triunfo al FREJULI (48%) sobre la UCR (21%). El triunfo de este frente permitió
el retorno definitivo de Perón, quien desde 1955 estuvo exiliado, y la
realización de una nueva elección le dio el triunfo por el 54% a 24%. El
retorno de Perón dio un breve período de estabilidad política hasta su muerte
en julio de 1974. El radicalismo:
... pasó de un extremo
–deslealtad en la oposición - a otro –ejercicio de una oposición
permanentemente subordinada -. Después de la muerte de Perón, Balbín realizó
una serie de intentos infructuosos de ejercer una tutela paternalista sobre
Isabel.[76]
Un buen reflejo de ello fue el
discurso de Ricardo Balbín en el funeral de Juan Domingo Perón cuando señaló:
... vengo a despedir los
restos del señor Presidente de la República de los Argentinos, que también con
su presencia puso el sello a esta ambición nacional del encuentro definitivo,
en una conciencia nueva, que nos pusiera a todos en la tarea desinteresada de
servir a la causa común de los argentinos.[77]
Desde entonces y hasta su caída, el
gobierno de Isabel Martínez de Perón soportó por un lado, la crisis económica y
social que se agravó, y por otro, la lucha de facciones armadas, cosas que
alentaron a los militares a volver al poder. De nada sirvieron las palabras de
Balbín en la cadena nacional para impedir la concreción del golpe de estado.
El gobierno militar de 1976
implementó una política económica de reestructuración, que se había iniciado
tras el Rodrigazo de 1974, basado ahora en atacar “la gran concentración económica del Estado
e impulsar su desmantelamiento”[78].
Para ello, con la escusa de la subversión impulsaron
una represión “arbitraria, sin coordinación
e indiscriminada”[79].
Es una respuesta casi histérica ante un “Estado
que ya no tiene posibilidad ni se siente
capaz de gestionar, dominar y controlar toda una serie de problemas o
conflictos”[80]
(producto de un nuevo orden económico que obedece a los cambios de la crisis
petrolera.)
La Junta Militar presidida por
La extensión de la represión tenía, sin lugar a
dudas, como objeto sustentar su política económica que consistía en bajar los
aranceles aduaneros, facilitar los negocios financieros y fijar un dólar
barato. Esto tuvo como consecuencia el cierre de muchísimas fábricas que no
pudieron competir con la industria extranjera, y el crecimiento de la deuda
externa pasó de 7.500 millones de dólares a principios de 1976 hasta 44.000 a f
El propósito declarado por la Junta era terminar
con la subversión pero la extensión no sólo a los grupos guerrilleros sino
también a todo intento de resistencia popular al régimen nos muestra a las claras
sus verdaderos objetivos.
El Terrorismo de Estado consistió en un plan
sistemático de secuestro, tortura y asesinato que involucraba a las fuerzas
armadas y de seguridad además de la incorporación de los grupos parapoliciales que operaban desde la última etapa del
peronismo. El número de personas secuestradas oscila entre 10.000 a 30.000
personas, sobre todo en los dos primeros años.
A
pesar de la proscripción política desde el radicalismo, muchos de sus miembros
participaron de distintas organizaciones de derechos humanos, como Raúl Alfonsín, y por otro
lado dio pasos importantes en sus vinculaciones internacionales.
En
uno de sus escasos viajes al exterior, el presidente del partido radical, Ricardo Balbín en mayo de 1976, concurrió a
una reunión de la IS en Venezuela. Allí reconocerá las afinidades con el
pensamiento socialdemócrata. En esa reunión dijo:
...tuve
el placer de Willy Brandt;
lo escuché con profunda atención... para
la democracia social, cuyo victorioso destino espero, el discurso de Willy Brandt pareciera el de
un predicador americano, buscador de la libertad y la paz... Casi podría decir que estaba repitiendo nuestras viejas y
permanentes convicciones políticas.[81]
Este
reconocimiento de las afinidades
ideológicas es de una importancia singular. Pero además de formar parte como observador de esta organización
internacional muchos radicales establecieron líneas de cooperación con los
miembros del IS:
... en ello jugó un papel decisivo la acción de los
líderes radicales en el exilio del Dr. Adolfo Gass
(en Caracas) e Hipólito Solari Yrigoyen
(Francia), la acción de estos líderes fue, siempre a título personal, pero
contaban con el apoyo de Raúl Alfonsín.[82]
Durante la presidencia del general
Viola se empezaron a sentir los efectos del plan económico que obligó a una
apertura política que permitió la formación de la Multipartidaria.[83]
A muchos militares esta situación le
desagradó, por ese motivo produjeron un nuevo recambio, a f
VI
Alfonsín triunfa en las elecciones
nacionales del 30 de Octubre de 1983, venciendo al candidato justicialista Italo Lúder, por un 52% contra
40%. Esto permitió que el radicalismo volviese a ganar el gobierno, obteniendo
la mayoría en la Cámara de Diputados pero estando en minoría en el Senado. Esta
elección fue el producto del derrumbe del régimen militar en donde Alfonsín tuvo activa participación.
A partir del triunfo de Alfonsín en 1983, se planteó la posibilidad de preguntarse,
¿qué es el Alfonsinismo? ¿Cuál o cuales son sus
orígenes, sus raíces ideológicas?
El
alfonsinismo es un fenómeno que intenta ampliar los
horizontes de la UCR tanto en el mensaje como hacia los sectores a los que
dirige su discurso, “es el punto de
vista de la captación del fenómeno mas allá de lo radical.”[84]
Es necesario embarcarse en los
fundamentos del radicalismo enmarcado al alfonsinismo
dentro de él. El krausismo juega un rol importante ya que es su cuerpo y a la
vez potenciado de él, permitiéndole a éste salir de los límites del liberalismo
dándole características propias pero impregnándole del eclecticismo que le
permite dar cabida a diferentes pensamientos. En sus aspectos políticos-ideológicos
el alfonsinismo es un liberalismo solidarista,
con influencias socialdemócratas y social-cristianas[85].
¿Pero cuándo se consolida como experiencia política concreta?
Sus comienzos, es decir desde donde
podemos rastrear algunos aspectos que le dieron cohesión, lo encontramos
claramente tras la Guerra de Malvinas, aunque ya que el discurso del 72 también
observamos estos elementos. La constante está dada por la definición de la
democracia como aventura colectiva.
Alfonsín en su libro La
cuestión argentina plantea la necesidad que tiene la sociedad de poseer la
Democracia y a través de ella el dominio del estado como un medio para
autogobernarse, retomando al viejo concepto yrigoyeniano
de “la Nación ha dejado de ser gobernada
para gobernarse a sí misma.”[86]
En esta etapa Alfonsín fija la necesidad de
establecer un diagnóstico sobre aquellos sectores que impiden el desarrollo de
la Democracia:
... la minoría excluyente
fomento de la disolución de los principios morales que la nutren [a la democracia] y de los instrumentos
prácticos que la sostienen. Impidiendo la participación política, el derecho de
todos y cada uno de los ciudadanos, a decidir sobre el poder, deterioro de la
responsabilidad individual frente a la sociedad y a su gobierno; la
responsabilidad que esta en el origen de la democracia, y en ella se basa, alentando el egoísmo y la
idea de que lo único que vale la pena en la sociedad es un “sálvese el que
pueda”. [87]
Obviamente
encontramos un enfrentamiento concreto con todas las ideologías positivas, con
las individualistas, resaltando la necesidad de revalorar la responsabilidad
individual que se refleja en los partidos políticos como expresiones de esa
sociedad y facilitando a los grupos mayoritarios el acceso a la gestión del
Estado.
El individualismo, el egoísmo “ha sido caldo de cultivo, tanto del
autoritarismo pseudo-liberal, como el de mensianismo
populista”.[88]
Generando las condiciones necesarias para que los sectores de privilegio,
ataquen a la democracia “a fin de
controlar el Estado”.[89]
Alfonsín en su discurso inaugural del 10 de diciembre de 1983
rescata a Krause a través de la influencia en la
política exterior del radicalismo en la “búsqueda
de la igualdad entre los Estados”, aunque no es en el único aspecto en que
influye.[90]
El
eclecticismo del radicalismo, incorporado por el Krausismo, ha generado una
discusión sobre si en la actualidad el radicalismo tiene elementos
socialdemócratas o socialcristianos.
Torcuato
Di Tella hace hincapié en los aspectos
socialcristianos del partido[91]
y la conveniencia de incorporar al peronismo dentro de la IS, pero los sucesos
de los últimos años desestiman esta hipótesis.[92]
Además, como lo sostiene Julio Godio, a pesar de las contradicciones entre la IS y el
radicalismo, muchos de sus miembros reconocen que la UCR es el “partido más afín en Argentina” pero
también señalan “que se trata de un
partido liberal popular sin todavía vocación sindical.”[93]
En
1983, con la llegada de Alfonsín al gobierno del
partido y del país, estas ideas irán tomando cuerpo, y el discurso de Parque
Norte (1985) es un ejemplo de ello, en cuanto a la incorporación de la
modernización como uno de los tres ejes del desarrollo, conjuntamente con la
ética de la solidaridad y la democracia participativa al discurso radical. Se
produce una adecuación al pensamiento y al accionar socialdemócrata de la década pasada que se plasma en la
declaración de Estocolmo de 1989.
En ese año, el ex Canciller Dante Caputo
realizó la primera propuesta formal de integrar como miembro pleno de la IS, ya
que en ese momento poseía la categoría de observador. Pero recién en el
transcurso de 1995, bajo la presidencia partidaria de Alfonsín,
se integró como miembro pleno a dicha organización[94]
Alfonsín es el último intento por generar una relación de un
cuerpo político basado en la redefinición de la democracia con contenido social
para evitar los desbordes autoritarios.
Encontrar una sola caracterización de
estos casi seis años de gobierno nos resultó difícil, pero coincidimos con
Abalo y González cuando plantean:
Desde diciembre de 1983, al
hacerse cargo del gobierno, el partido radical debió afrontar dos elecciones
legislativas (1985-1987), un plebiscito popular para respaldar la paz con
Chile, trece huelgas generales, dos graves
rebeliones militares, otras tantas protestas de los productores agrarios, la desgastante negociación con la banca acreedora y, como
correlato un drástico plan de ajuste económico. En el mismo período debió
afrontar con otros sectores, como la conservadora iglesia católica argentina,
sobre dos temas básicos: educación y divorcio.
...el gobierno llega
maltrecho al final de su gestión pero con la trascendente virtud de haber
garantizado la vigencia del Estado de derecho, las instituciones de la
democracia representativa y el sistema de libertades inherentes a ella.[95]
Consideramos la existencia dentro de
este gran marco referencial de diversiones al pedido del gobierno radical
surgido en 1983. Tres son las fases, una primera desde el deshielo político de
1982 hasta f
En la primera etapa, el discurso de Alfonsín esta signado por lo que podemos denominar “el fantasma de Illia”[96].
El último presidente radical hasta ese entonces, cuyo gobierno ya describimos
en el capítulo correspondiente, falleció a comienzos de 1983 convirtiéndose
desde el deshielo político en la contrafigura del gobierno militar, en donde la
sociedad lo veía como el ejemplo de la honestidad y la certeza frente al
desatino y la corrupción. Elemento que fue utilizado en la campaña electoral
del radicalismo, sumada a la ascendente figura del entonces candidato Alfonsín.
El discurso alfonsinista
ensambló la tradición partidaria con un planteo generalizado de la sociedad, la
necesidad del cambio de la Dictadura frustrada y frustrante por el de la
Democracia, definiendo:
...el tema de su campaña
como la oposición entre la democracia y el autoritarismo, y propuso a la U.C.R como el partido mas adecuado para construir el
sistema democrático en el país.[97]
En este período Alfonsín
definió a la democracia como:
...la coexistencia de diversas clases y sectores sociales, de las diversas
ideologías y de diferentes concepciones de la vida. Es pluralista, lo que
presupone la aceptación de un sistema que deja cierto espacio a cada uno de los
factores y hace así posible la renovación de los gobiernos, la renovación de
los partidos y la transformación progresiva de la sociedad.[98]
En el párrafo precedente encontramos
alguna familiaridad con el planteo Claude Lefort que caracteriza a la democracia como:
...el espíritu de la
revolución democrática [está] en la reivindicación y no en la conservación de esta... La invención
democrática de nuestros días, son todas las protestas, todas las revueltas, que
se originan en el Estado devolviéndole el sentido. [99]
El
fantasma cubrió el primer año de gobierno que en muchos aspectos recuerda a la
gestión de Illia, pero el mundo había cambiado lo
suficiente como para impedir que realizaciones políticas con esa orientación
tuvieran éxito.
En esta primera etapa del gobierno
las relaciones con las corporaciones fueron una imagen de quien estuvo en el
poder entre 1963-1966. Se iniciaron causas penales a los militares que
aplicaron el terrorismo de estado y la represión producto de la derogación de
la Ley de Autoamnistía, enfrentamientos con las FFAA
que duró durante todo el período presidencial. Con los sindicatos se intentó
sancionar una ley de democratización sindical que llevaría a tener durante esta
etapa un enfrentamiento álgido que terminó con el alejamiento del Ministro de
Trabajo, José Mucci. El resto de las corporaciones
empresariales rurales y eclesiales, tuvieron una actitud expectante, aunque con
esta última se creó algún malestar.
Tras la consulta popular de la
cuestión del Beagle, el alfonsinismo
adquirió su característica básica – a nuestro entender, el mito refundacional[100],
que se refleja constantemente a lo largo de sus alocuciones, basado en el
cambio estructural del país conformado por el positivismo clásico decimonónico
(la Nueva Capital, la modernización, una sociedad sin corporaciones
autoritarias). Estos cambios fueron para enfrentar la crisis de la Argentina
que es muy profunda y estructural.
¿Por qué es profunda y estructural?
Por sus características. La Argentina es una idea moderna y fue ensamblada para
un modelo agro-exportador, del cual nunca hemos podido salir, a pesar de los
discursos industrialistas, e incluso de los esfuerzos en ese sentido.
Y es en esta crisis en la cual nos
encontramos inmersos los argentinos, una gran crisis la de nuestro país como
experiencia, y sin lugar a dudas fue este gobierno quien intentó superarla a
través de la integración regional con otros países del área.
En esta etapa la democracia será
definida como:
... moderna y fundada en la
ética de la equidad y de la solidaridad ... Un proyecto democrático que afirme
resueltamente los valores de la modernización, es por definición, un proyecto
de cambio social, económico y cultural.[101]
La
interacción de estos elementos modernización, democracia y ética de la
solidaridad, dieron al discurso alfonsinista una
variante weberiana, en donde el krausismo actúa como
soporte para el desarrollo.[102]
El alfonsinismo,
que como señalamos empezó siendo una expresión innovadora, se irá adecuando al
poder. En esta segunda fase cuyo cenit es entre f
Las relaciones con las corporaciones
fueron cambiando, con los grupos empresarios industriales se tuvo una estrecha
relación a partir del Plan Austral; con los sindicatos que fueron forzosamente
criticados en la primera etapa de gobierno e incluso como bandera electoral,
pasarán a integrar el gobierno (con Alderete como
Ministro de Trabajo del grupo de los 15); con los militares la cuestión se distendió momentáneamente a partir de la
sanción de la Ley de Punto Final).
En el año 1987 empezó el declive de
esta etapa. La Ley de Punto Final aceleró las causas a los militares generando
el primer conflicto de gran magnitud con las FFAA en Semana Santa de ese año,
provocando – a pesar de la gran presencia popular en defensa de la democracia -
la sanción de una ley de Obediencia Debida reduciendo el número de oficiales
juzgados ante la justicia. Esta situación no solucionó el problema, ya que los
conflictos con los militares continuaron y generó una gran decepción popular.
Una consecuencia de ello es la
derrota del 6 de septiembre de 1987. Esto causó la disolución del acuerdo con
el grupo de los 15, con los industriales pasó lo mismo por el deterioro del
Plan Austral hacia julio del año 1987.
En septiembre de 1987 estas ideas se
fueron desvaneciendo ante el cambio de la realidad política y económica de la
sociedad, y citando a Levi-Strauss
“El mito se desarrollará como una espiral,
hasta que se agote el impulso intelectual que le ha dado origen.”[104]
La
situación social, política y económica, que durante este año se irá agravando,
marcará el inicio del “fin de las
ilusiones” del mito refundacional.[105]
La
falta de autocrítica, o de explicaciones más claras, por algunas acciones de
Gobierno, agravó la falta de crédito de la sociedad ante el proyecto alfonsinista. Se intentó reflotar al Plan Austral,
llamándolo Primavera, que no tuvo el apoyo popular de su antecesor en sus
primeros tiempos y un renuente apoyo empresario. Hacia principios de 1989 el
recorte de la ayuda externa, por las gestiones de Cavallo
ante los organismos financieros internacionales, la volatilidad de los
mercados, y los confusos mensajes desde la oposición generaron la estampida
hiperinflacionaria, produciendo la más grande transferencia de recursos de
amplios sectores de la población a los altamente concentrados de la historia
Argentina.
En
esta instancia el análisis de Osvaldo Soriano
nos parece adecuado:
Nunca
nadie había enfrentado una coyuntura tan difícil, es cierto; pero jamás hombre
alguno, después de Perón, había logrado tanto consenso popular ni tanto
prestigio Internacional para impulsar el cambio... De la Economía de Guerra al felices
pascuas, el presidente y sus amigos perdieron credibilidad de los sectores
progresistas...[106]
El
14 de Mayo de 1989, el radicalismo perdió las elecciones en mano de una
coalición peronista encabezada por Carlos Menem que nucleó un amplio espectro desde la ultraderecha a la izquierda.
Tras su victoria se vinculó con aquellos sectores que produjeron el gran
drenaje de recursos de principios de año estableciendo una alianza política con
los sectores de la nueva derecha argentina, como la Ucedé
y Cavallo.
Esta situación económica, como lo
señala Oscar Terán, tiene consecuencias política y sociales que:
... podrían estar anunciando
los síntomas que preceden a la disolución de un país. Eso ocurre cuando se
fractura no solo el estar integrando una comunidad cuyas reglas básicas son inteligibles
y consensuadas para todos.[107]
El
8 de Julio, Alfonsín termina su mandato producto de
la entrega anticipada del poder por el tan renombrado “terrorismo económico”[108], entregando el Gobierno a quien ganara
las elecciones. Es la primera vez en la historia Argentina que existe un
traspaso de éstas características (de un partido político a otro de distinto
signo).
VII
Desde
su salida del gobierno, el radicalismo tuvo un perfil opositor, similar al que
hubiese deseado tener durante su gobierno. A pesar de ello no dejó nunca de
señalar aquellos aspectos que perjudicaban al país como la orientación de la
política económica y la corrupción, aunque existía una falta de credibilidad de
lo que se denunciaba.
Mientras
esto ocurría, el gobierno de Menem sufrió dos crisis hiperinflacionarias que fueron
confirmando el rumbo neoconservador de su economía, coronada con la elección de
Domingo Cavallo al frente del Ministerio de Economía.
Esta
política tuvo claros perfiles: primero una apertura indiscriminada de la economía
que afectó a muchos sectores productivos; una política privatizadora que hizo
hincapié más en garantizar a los nuevos propietarios las ganancias que la
mejora de los servicios; el alineamiento con Estados Unidos, etc. Muchos de
esta políticas generaron el crecimiento de la corrupción, amparada por los
cambios introducidos en el sistema judicial.
Estos
aspectos tienen como evidencia la destrucción de las pequeñas y medianas
empresas y el crecimiento de la desocupación. Estas emergencias son el
resultado de una profunda polarización social, sumado al impacto disciplinador de la hiperinflación, aspecto aún no
analizado seriamente.
Mientras
esto ocurrió, desde el gobierno se enviaron mensajes a la población donde el
éxito se vinculaba al crecimiento económico fácil y que todos podían ser de los
privilegiados, y mientras esta magia duró, el gobierno siguió consolidando su
posición y el radicalismo retrocedía electoralmente. Pero lo que en realidad
ocurrió fue un fuerte proceso de concentración económica y de destrucción de
los esquemas de ascenso social existentes. Para consolidar esto apareció la
elección de los mercados que se movieron al ritmo de sus necesidades y las del
gobierno.
Desde
el principio de su gestión, Menem intentó imponer una
reforma constitucional a cualquier precio y poner en riesgo la estabilidad
política. Para evitar esto el radicalismo acordó con el presidente una reforma
donde a cambio de la reelección del presidente se consiguió plasmar muchos de
los postulados modernos y progresistas que hoy nuestra Carta Magna posee,
llamado el Pacto de Olivos.[109]
Esto
no fue comprendido por el electorado, e incluso por muchos correligionarios,
que vieron sólo el acuerdo y no sus resultados, e hizo que el Frente Grande –
una fuerza que amalgamó a fuerzas como los socialistas, los demócratas
cristianos, los intransigentes y sectores escindidos del peronismo - ganaran el
segundo lugar en los principales distritos del país en la elección
constituyente de 1994.
En
estas condiciones el radicalismo, inició su proceso de elección interna en
donde se impuso Horacio Massaccesi como candidato a
presidente. Este era gobernador de una de las provincias que el radicalismo
poseía desde 1983. Desde el gobierno se alentó la movilización social en esa
provincia sumado al recorte de recursos que puso a la provincia de Río Negro en
todos los medios nacionales como un caos que recordaban los tiempos de la
hiperinflación.
Mientras
tanto al Frente Grande se le incorporó José Octavio Bordón, una escisión del
peronismo. Formarán el Frente País Solidario (FREPASO), llevándolo de
candidato. La imagen de Río Negro y la acción de los medios convergieron para
que esta agrupación fuera la segunda fuerza, desplazando al radicalismo al
tercer lugar.
Tras
la elección, y después de estar al borde de la ruptura desde el Pacto de
Olivos, en el radicalismo los distintos grupos consensuaron
y alejaron el peligro de la división y en estas condiciones Alfonsín
se impuso como candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires.
Esto lo convirtió en un interlocutor frente al FREPASO con quien acordará, a
partir de la similitud de sus propuestas, listas en los principales distritos.
La
posibilidad de unir a la oposición y los efectos de las políticas económicas
del menemismo permitieron a la Alianza, así se llama
la coalición, imponerse en la elección de Octubre de 1997 a los candidatos menemistas en casi todo el país.
Desde
septiembre de 1997 los partidos que constituyeron la coalición formaron el
Instituto Programático de la Alianza (IPA). Este estuvo encargado de diseñar
las propuestas políticas para la futura gestión de gobierno. Lo formaban
miembros de la UCR y el FREPASO. El IPA realizó primero un compromiso electoral
denominado Carta a los Argentinos y luego una plataforma electoral del
frente político para las elecciones de octubre de 1999.
La
propuesta tenía como principales lineamientos: 1) organizar la Nación como una
república democrática moderna, 2) poner en marcha una sociedad en la que el
crecimiento del conjunto esté unido al progreso de cada uno; 3) hacer que la
economía sea un instrumento para mejorar la vida de la gente en lugar de
contribuir a la riqueza de pocos; 4) demostrar que se puede gobernar con
funcionarios honestos; 5) recuperar el acceso y la estabilidad del trabajo; 6)
garantizar el imperio de la ley con la fuerza que nos da la sociedad hastiada
de delito sin castigo; y, 7) gobernar poniendo en plena vigencia la
independencia de los poderes y las instituciones de la Constitución Nacional.[110]
VIII
El
triunfo de Fernando De la Rúa sobre el candidato Justicialista Eduardo Duhalde marcó un nuevo hito en la continuidad institucional
de la Argentina. La Alianza fue moderando su discurso hacia las política
neoconservadoras. Si a esto le sumamos la duplicación del déficit, la situación
se revelaba como sumamente complicada. Ya en su discurso inaugural se denota el
rumbo que la gestión delarruísta iba a seguir, cuando
señaló:
...
Reducir el déficit, actuar con transparencia y con sentido de responsabilidad,
es abrir paso al crecimiento y la inversión, multiplicar el trabajo de la gente
que es urgente frente al drama del desempleo;
mejorar la calidad de la educación y de la atención de la salud y
afrontar los problemas de la pobreza que nos interpelan cotidianamente.[111]
La
idea de que el déficit es un obstáculo para el crecimiento se contrapone mucho
con las propuestas. La adopción de medidas de ajuste fiscal, basada en la
reducción de salarios y el aumento de impuestos, profundizó la recesión.
El
otro instrumento fue la modificación del régimen laboral. Las maniobras
realizadas para su aprobación generaron una grieta en la coalición que motivo
la renuncia del vicepresidente, Carlos Álvarez titular del FREPASO.
Entonces,
a la debilidad económica que generó malestar en todos los sectores sociales, se
le sumó una debilidad política ante la partida del jefe del FREPASO, y las
sospechas generalizadas de corrupción que desacreditaron tanto al gobierno como
a la oposición justicialista.
El
presidente optó por profundizar la línea económica neoliberal con las designaciones como Ministros de Economía primero
de Ricardo López Murphy y luego de Domingo Cavallo que generaron reacciones adversas tanto en ámbitos
partidarios como en los votantes de la Alianza, aunque para los primeros nunca
pasó de eso, declaraciones.
A partir de aquí, el objetivo del gobierno terminó
reduciéndose al compromiso de pagar la deuda a costa de la mayoría de la
población y renunciando a crecer, a distribuir equitativamente la riqueza, a
perder la educación, la salud, la cultura, y sobre todo, a no perseguir a
quienes evaden y a los beneficiarios de la “fiesta para pocos” del menemismo.
El
gobierno de Fernando De la Rúa no retomó el rumbo que le dio el pueblo con su
voto, como lo exigieron sus votantes, como así también las autoridades y
militantes del radicalismo y la Alianza.
Los medios hablaron de la incapacidad de gobierno. En
realidad habría que destacar su capacidad
para defender los intereses de una fracción del sector financiero. Las acciones
del gobierno no protegieron a los sectores sociales que lo llevaron al
gobierno. Sin ellos fue imposible seguir en el poder, para transformar la
realidad, como se había prometido.
El gobierno delarruísta estrechó
los vínculos con los sectores financieros y no con los productivos, a éstos
últimos siempre los convocó para los “esfuerzos
patrióticos”. Esta mecánica que no es nueva, es lo que generó el rechazo de
la gente, y que tiene como producto el resultado catastrófico de la elección de
octubre de 2001 donde casi la mitad de los votantes habilitados voto en blanco
o no votó y donde la coalición gobernante perdió casi cinco millones de votos.
No importó quien fuera el candidato, ni en qué nivel se
quería desempeñar, todos sufrieron el castigo por no cumplir lo prometido en
1999, o incluso por no actuar para modificar la situación.
A
partir del comicio la dinámica política argentina fue
acelerándose a pasos vertiginosos. La crisis económica, producto de muchas
decisiones actuales y pasadas, parece no tener fin. Pero fue una decisión
tomada a f
La dinámica
de la crisis se consumió al gobierno de Fernando De la Rúa, y al brevísimo
Adolfo Rodríguez Saa.
La elección
de Duhalde por el parlamento, con apoyo del radicalismo, se encuentra frente a
las mismas disyuntivas del anterior gobierno: promesas progresistas, acciones
de gobierno dictadas por los organismos financieros internacionales. Si no se
resuelven los problemas de fondo posiblemente la administración duhaldista
también sea fagocitada. Es
necesario terminar con el “modelo” que encierra entre otras cosas una
astronómica transferencia de recursos desde la economía nacional hacia el
exterior. Este aspecto, y muchos otros, son los que paralizan la actividad
económica de la Argentina impidiendo el crecimiento y con él una justa
distribución de la riqueza.
El gobierno delarruísta que perdió su legitimidad al violar
sistemáticamente el acuerdo que tenía con sus votantes – el cumplimiento de la
famosa “Carta a los Argentinos” -,
se asiló cada vez más de los que le habían dado su legitimidad y de su
programa. De la Rúa no escatimó recursos a la hora de aplacar la protesta
produciendo una descomunal represión que produjo decenas de muertes. No se nos
escapa que en algún sentido puede haber estado dirigida pero los problemas
estructurales se solucionan arreglando las cuestiones de fondo no sus efectos.
En un marco de descontrol descomunal, el radicalismo no
reaccionó a tiempo en nombre de la defensa de un gobierno que desde la
incorporación de Cavallo, por lo menos, estaba tan alejado de su historia y su
doctrina como de la gente.
Es la situación histórica más difícil que le toca enfrentar
al radicalismo, y su supervivencia dependerá de las acciones que tome de aquí en
más para ganar nuevamente en credibilidad y confianza.
Nuestro partido solo será creíble para la sociedad si
demuestra una capacidad de reacción, que hasta ahora no tuvo. Debe terminar con
el sistema interno donde se socializan las pérdidas – que a esta altura son
cuantiosas, y generalmente pesan sobre los hombros de los militantes – y
privatización de las ganancias – donde algunos dirigentes, distribuyen
discrecionalmente dádivas para lograr la adhesión de los afiliados-, y que para
ser cautos en una evaluación debemos decir que han mostrado una impericia
pasmosa en estas dolorosas circunstancias.
Es momento de recambio, como en otros momentos de nuestra
historia partidaria, pero no nos referimos sólo a Fernando De La Rúa sino
también quienes han administrado el proceso de selección y sostenimiento del
gobierno delarruísta – no sólo los que gobernaron sino los que debieron tomar
la decisión de “salvar nuestros principios” aunque “se pierdan mil
gobiernos” como reza la famosa frase yrigoyenista.
Son tiempos difíciles y duros, pero no renunciamos a soñar un
país distinto donde la democracia y la justicia social sean una realidad con la
que vivamos cotidianamente. Pero queremos aclarar que soñar no es la
inmovilidad, la siesta, es proyectar para poder realizar las cosas que queremos
y en las cuales creemos.
Una
buena forma en la cual el radicalismo pueda recomponer sus lazos con la
sociedad será sobre un principio básico, que siempre nos había caracterizado,
la de cumplir sus promesas. Este sería un primer paso de los muchos que habría
hacer para la reconstrucción de la política.
Si no lo hacemos estaríamos asistiendo a la fin de un
instrumento histórico fundamental en la vida del pueblo argentino, por los
valores que representa y los intereses que debe representar. El radicalismo no
puede tener un final así, no lo merece la Argentina, ni nosotros, ni los miles
de hombres y mujeres que han contribuido con él en el pasado para la
construcción de un futuro distinto.
Este es nuestro mensaje, volver a las fuentes para que el
radicalismo sea el instrumento de la construcción de una Argentina democrática,
moderna, soberana y solidaria.
http://institutoyrigoyen.tripod.com
Una Producción de Matías Bailone.- 2004.-
* Alejandro Simonoff
nació en La Plata en 1964, logró sus títulos de Grado (Profesor y Licenciado en
Historia) como el de Pos Grado (Master en Relaciones Internacionales) en la
Universidad Nacional de La Plata.
Allí se desempeña como Jefe de
Trabajos Prácticos en Historia del Siglo XX y fue Profesor Adjunto de la
materia de Historia Social Contemporánea de la Carrera de Sociología de la Facultad
de Humanidades y Cs. Educación. Es Secretario de la Maestría de Relaciones
Internacionales de la UNLP.
También ejerce su profesión en
la Escuela de Enseñanza Media N° 33 “Dardo Rocha” (Ex Normal 2) y es Profesor
Asociado de Política Exterior Argentina en la Universidad Católica de La Plata.
Ha publicado numerosos
artículos y libros referidos a política exterior argentina, relaciones
internacionales e historia contemporánea.
[1] Este trabajo escrito originalmente con el título “Una interpretación de la historia del radicalismo” en 1998 fue rehecho; y además, hemos incorporado un capítulo referido a los sucesos acaecidos entre esa fecha hasta Mayo de 2002. Los tiempos cambiaron, ya que pasamos de la esperanza en que un gobierno, encabezado por la U.C.R. en el marco de la Alianza, iba a reparar las tensiones económicas y sociales producidas por una década de menemismo a otra situación en donde nuestras ilusiones y luchas fueron literalmente desahuciadas por quienes tenían la responsabilidad de gobernar.
[2] HALPERIN DONGHI, Tulio. “Liberalismo argentino y liberalismo mexicano: dos destinos divergentes” [En: El espejo de la historia. Problemas argentinos y perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires, Sudamericana, 1987], 163.
[3] HOBSBAWM, Eric J. La era del Imperio. Barcelona, Labor, 1987, 331.
[4] LEFORT, Claude. L´invention
democratique, Les limites de la donination
totalitaire. París, Fayard, 1981, 49
[5] BOWELS, Samuel y GINTIS, Herbert. La democratie post-liberale. Essai critique sur le liberalisme et le marxisme. París, La Decouverte, 1988, 88.
[6] SOLER, Ricaurte. El positivismo argentino. Buenos Aires, Paidós, 1968, 33.
[7] SORMAN, Guy. “El liberalismo pertenece a quienes lo defienden y lo ilustran” [En: La Nación, Buenos Aires, 22 de junio de 1988], 9.
[8] El krausismo es una doctrina filosófica
inspirada en Karl Krause (1781-1832), aspiraba a ser la auténtica continuación
del pensamiento de Kant. Racionalismo armónico, basado en la humanidad como
entidad suprema de la creación. Tuvo seguidores en los Países bajos (Tiberghein
y Arhens) y también en España. Tiene una importancia capital en el desarrollo
de las ideas políticas de Yrigoyen, quien lo incorpora en la década de 1880.
[9] ARENDT, Hannah. Los orígenes del totalitarismo. 2. El Imperialismo. Madrid, Alianza, 1982, 194.
[10] TERAN, Oscar. En búsqueda de una ideología argentina. Buenos Aires, Catálogos, 1986, 16.
[11] Si bien es cierto que esta tendencia se había manifestado en las famosas presidencias históricas, es reconocido por varios autores como:
VILLEGAS, Abelardo. Reformismo y revolución en el pensamiento latinoamericano. México, S. XXI, 1986, 186.
[12] ROMERO, José Luis. Las ideas en la Argentina en el siglo XX. Buenos Aires, Nuevo País, 1987, 185.
[13] SOLER, Ricaurte. Idea y cuestión nacional latinoamericana. De la independencia a la emergencia del imperialismo. México, S.XXI, 1986, 146-7.
[14] TERAN, Oscar. En búsqueda..., 16.
[15] ALEM, Leandro. Federalismo y Centralización en el discurso... La Plata, Imp. Of., 1986, 71..
[16] MAYO, Carlos y GARCIA MOLINA, Fernando. “Positivismo en la política argentina (1880-1906)” [En: Conflictos y Procesos, N° 19, Buenos Aires, Diciembre de 1988], 9.
[17] Denunciado por Alem hacia 1880 en la cuestión de la capitalización de Buenos Aires [ALEM, Leandro. “Debate sobre la capitalización de Buenos Aires” [En: ROULET, Elva. Federalismo y centralización en el discurso de Leandro Alem. La capitalización de Buenos Aires. La Plata, Imp. Of., 1988, 25-107] y tomado por quienes serán radicales, ya que este partido se funda en 1891 y los liberales que nunca tuvieron un partido orgánico.
[18] ROMERO, José Luis. Las ideas.., 188.
[19] Alvarez Guerrero sostiene que:
... Yrigoyen tuvo sus
primeros contactos con el krausismo siendo estudiante de derecho. La obra de Arehns había sido traducida al español en 1856 y circulaba
en toda América latina.
Pero Yrigoyen profundizó esas lecturas krausistas elaborando su pensamiento en torno a ella hacia 1880 durante un prolongado retiro de la vida pública.” [ALVAREZ GUERRERO, Osvaldo. El radicalismo y la ética social. Yrigoyen y el krausismo. Buenos Aires, Leviatán, 1985, 85.]
[20] Prueba de ello son las predicas a favor de los comicios libres, la descentralización ferrocarrilera y la promoción de cultivos no tradicionales fuera de la zona pampeana ver en:
CANTON, Darío, MORENO, José Luis y CIRIA, Alberto. La democracia constitucional y su crisis. Buenos Aires, Paidós, 1980, 17.
[21] VILLEGAS, Abelardo. Reformismo y..., 117.
[22] CARMANIANI, Marcelo. Estado y Sociedad en América latina. Barcelona, Crítica-Grijalbo, 1982, Capítulos II y III.
[23] PANETTIERI, José. Argentina: historia de un país periférico (1860-1914). Buenos Aires, CEAL, 1986, 199 y ss.
[24] DEL MAZO, Gabriel. Yrigoyen: su pensamiento escrito. Buenos Aires, Pequén, 1984, 103.
[25] GALVEZ, Manuel. La vida de Yrigoyen. El nombre del misterio. Buenos Aires, TOR, 1945, 150.
[26] DEL MAZO, Gabriel. Yrigoyen... 110.
[27] ROMERO, José Luis. Las ideas... 91.
[28] CANTON, Darío, MORENO, José Luis y CIRIA, Alberto. La democracia..., 17.
[29] DEL CAMPO, Hugo. Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de un vinculo perdurable. Buenos Aires, CLACSO, 1983, 21-26.
[30] VILLEGAS, Abelardo. Reformismo y ..., 191.
[31] VILLEGAS, Abelardo. Reformismo y ..., 193.
[32] Citado por Hebe Clementi. El radicalismo. Su trayectoria política. Buenos Aires, Siglo Veinte, 1983, 43.
[33] CANTON, Darío, MORENO, José Luis y CIRIA, Alberto. La democracia ..., 16.
[34] RODIGUEZ YRIGOYEN, Luis. Hipólito Yrigoyen. 1878-1933. Documentación histórica de 55 años de actuación por la democracia y las instituciones. Buenos Aires, s7ed., 1934, 340-1.
[35] DEL MAZO, Gabriel. El radicalismo..., 147.
[36] PUIGROS, Rodolfo. El Yrigoyenismo. Buenos Aires, Jorge Alvarez, 1965, 235.
[37] FORJA (Fuerza de orientación Radical de la
Joven Argentina): grupo de jóvenes opositores a la política de Alvear desde el partido; con un fuerte contenido
contestatario con respecto a la situación del país con Gran Bretaña,
principales denunciantes del fraude y la corrupción que se vivía por esos años.
Se reconocen dos épocas una desde su fundación en 1935 hasta 1940, en donde se
mantuvieron dentro del radicalismo y luego de esta etapa hasta el 17 de Octubre
de 1945 cuando se incorporan al peronismo.
[38] SABATTINISMO: Movimiento político
acaudillado por Amadeo Sabattini, quien era
gobernador de Córdoba y tras la muerte de Yrigoyen
aspiraba a sucederlo.
[39] Basta leer a Moisés LEBENSOHN. Problemas del radicalismo y El radicalismo frente a una definición vital. Buenos Aires, Comisión de Homenaje, 1953.
[40] Luego tomaron el nombre de unionismo, por
impulsar la Unión Democrática en 1946. Estuvieron al frente del partido desde
la muerte de Marcelo de Alvear hasta 1946, perdurando hasta ya entrado los
años 60.
[41] CIRIA, Alberto. Partidos y Poder en la Argentina Moderna (1930-1946). Buenos Aires, Hyspamérica, 1985, 174.
[42] ACUÑA, Marcelo. De Frondizi a Alfonsín. Buenos Aires, CEAL, 254.
[43] ROUQUIE , Alain. Poder militar y sociedad política en la Argentina. Buenos Aires, Emecé, 1982, II, 341.
[44] No intentamos rastrear su génesis solamente indicamos algunas causas muy generales por cierto.
[45] MOVIMIENTO DE INTRANSIGENCIA Y RENOVACION
(MIR): movimiento, fundado hacia 1946, que derrotó al Unionismo de la
conducción partidaria, su importancia radica por el precedente ideológico que
aportó a la UCR, entre documentos básicos. La Profesión de Fe Doctrinaria, Las
bases Doctrinaria, Las Bases de Acción Política y la Declaración de Avellaneda.
[46] ROUQUIE, Alain. Radicales y desarrollista. Buenos Aires, Schapire, 1975, 75.
[47] ACUÑA, Marcelo Luis. De Frondizi a Alfonsín. La tradición política del radicalismo. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1984, 54.
[48] ROUQUIE, Alain. Poder militar y..., II, 341.
[49] ROUQUIE, Alain. Radicales y desarrollistas. Buenos Aires, Schapire, 1975, 51.
[50] CAVAROZZI, Marcelo. “Peronismo y Radicalismo: transiciones y perspectivas” (En: Conflictos y Procesos de la Historia Contemporánea, N° 6, Buenos Aires, CEAL, Septiembre de 1988), 18
[51] GALLO, Ricardo. Balbín, Frondizi la división del radicalismo (1956-1958). Buenos Aires, Belgrano 1983, 182.
[52] CAVAROZZI, Marcelo. Autoritarismo y
democracia en la Argentina. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina,
1983.
[53] CAVAROZZI, M. “Peronismo y..., 18.
[54] ROUQUIE, A. Radicales y..., 88
[55] ROUQUIE, A. Radicales y..., 88.
[56] ACUÑA, Marcelo. De Frondizi a....
[57] Diario de sesiones del Senado de la Nación. Buenos Aires, Imp Of. 12 DE Octubre de 1963, 66-7.
[58] Hemos tomado este concepto de Claude Lefort (L’invention democratique. París, Fayard, 1981).
[59] Diario de sesiones del Senado de la Nación. Buenos Aires, Imp Of. 12 DE Octubre de 1963, 67.
[60] Diario de sesiones del Senado de la Nación. Buenos Aires, Imp Of. 12 DE Octubre de 1963, 66.
[61] HALPERIN DONGHI, Tulio. “Liberalismo argentino..., 163.
[62] ALVAREZ GUERRERO, Osvaldo. El radicalismo..., 179
[63] ALVAREZ GUERRERO, Osvaldo. El radicalismo..., 10
[64] Diario de sesiones del Senado de la Nación. Buenos Aires, Imp Of. 12 DE Octubre de 1965, 29.
[65] Diario de sesiones del Senado de la Nación. Buenos Aires, Imp Of. 12 DE Octubre de 1963, 68.
[66] ROUQUIE, Alain. Poder militar y ... II, 245.
[67] PLA, Alberto J. “ Nuevos Fracasos Radicales: división y presidencias (1955-1966) ”. En: ROMERO, Luis Alberto y otros. El Radicalismo. Buenos Aires, CEPE, 1974.
[68] HALPERIN DONGHI, Tulio. La democracia de masas. Buenos Aires, Paidós, 1983, 141.
[69] SANCHEZ, Pedro. La presidencia de Illia. Buenos Aires, CEAL, 1983, 41.
[70] Del semanario Esquiu publicado el 5 de Marzo de 1967, citado en Monteverde, Mario (Direc.) Historia del radicalismo. Buenos Aires, Oriente, 1984, 736.
[71] ROCK, David. Argentina 1516-1987. De la colonización hasta Alfonsín. Buenos Aires, Alianza, 1989, 429.
[72] ANGUITA, Eduardo y CAPARROS, Martín. La Voluntad. Una historia de la militancia revolucionaria en la Argentina. Tomo 1: 1966-1973. Buenos Aires, Norma, 1997, 116.
[73] ANGUITA, Eduardo y CAPARROS, Martín. La Voluntad.., 127.
[74] ANGUITA, Eduardo y CAPARROS, Martín. La Voluntad..., 515.
[75] ALVAREZ GUERRERO, Osvaldo. Las razones de la Libertad. Las plataformas de la UCR. Buenos Aires, Lugar, 1990, 84
[76] CAVAROZZI, Marcelo. “Peronismo y Radicalismo: transiciones y perspectivas” [En: Conflictos y Procesos de la historia Argentina Contemporánea” Nro. 6, Buenos Aires, CEAL, Septiembre de 1988], 23.
[77] DE PRIVITELLIO, Luciano y ROMERO, Luis Alberto. Grandes discurso de la Historia Argentina. Buenos Aires, Aguilar, 2000, 377.
[78] Rock, David. Argentina...,453.
[79] Rock, David. Argentina..., 454.
[80] FOUCALT, Michel: Saber y Verdad. Madrid, La Piqueta, 1985, 294.
[81] BALBIN, Ricardo. “Ante la reunión de los lideres políticos de Europa y América pro Democracia Internacional, en los salones del hotel Tamanaco, Caracas, Venezuela”. [En: Discursos Parlamentarios Políticos. Recopilación y Selección de Carlos Giacobone. Buenos Aires, Adelante, 1982], 49
[82] GODIO, Julio. La socialdemocracia internacional en Argentina. Su percepción sobre el radicalismo y el peronismo. Buenos Aires, CID, 1986, 79
[83] Una agrupación de los principales partidos políticos argentinos en la cual Balbín tuvo un rol importante, pero su muerte en septiembre de 1981, le hizo perder a unos de sus principales animadores.
[84]SANCHEZ, Jorge. “Cual es la ideología radical” [En: Clarín Cultural. Buenos Aires, 24 de Agosto de 1984.
[85] Definición ostentada por el entonces Canciller Lic. Dante Caputo en mayo de 1984 durante una conferencia de prensa cuando dijo:
....Nuestro partido escoge su formación ideológica de diversas fuentes y yo creo que contiene elementos del liberalismo político y cierta corriente del socialcristianismo esta también recogida en el pensamiento radical. Hay elementos de la socialdemocracia... en la medida que al mismo tiempo que se quiere impulsar procesos de desarrollo basados en el mercado y en la libertad individual. [FERRARI, Alberto y Herrera, Francisco. Los hombres del Presidente. Buenos Aires, Tarso, 1987,40]
[86] ALFONSIN, Raúl. La cuestión argentina. Buenos Aires, Torres Agüero, 1984, 103.
DEL MAZO, Gabriel. Yrigoyen... 103.
[87] ALFONSIN, Raúl. Discursos Presidenciales. Buenos Aires, Imp. Of., 1984, 153-4.
[88] ALFONSIN, Raúl. Discursos Presidenciales. Buenos Aires, Imp. Of., 1984, 6.
[89] ALFONSIN, Raúl. Discursos Presidenciales. Buenos Aires, Imp. Of., 1984, 155.
[90] ALFONSIN, Raúl. Discursos Presidenciales. Buenos Aires, Imp. Of., 1984, 36.
[91] Di Tella, Torcuato S. Hacia una estrategia de la socialdemocracia en la Argentina. Buenos Aires, Puntosur, 1989.
[92] Nos referimos al pedido de incorporación del peronismo a la internacional Demócrata Cristiana.
[93] Godio, Julio. La socialdemocracia... 76.
[94] “El radicalismo, en la IS” [En: Clarín. Buenos Aires, 23 de Marzo de 1996], 7.
[95] GONZALEZ, Oscar y ABALO, Carlos. “Argentina: el ocaso del alfonsinismo” [En: Nueva Sociedad, N° 98, Caracas, Noviembre-Diciembre de 1988], 20.
[96] Entendiendo al fantasma como un cierto juego de una ausencia que se presenta para anunciar una injusticia, como fue la destitución de Illia.
[97] CAVAROZZI, Marcelo. “Peronismo y ..., 24.
[98]
ALFONSIN, Raúl. Discursos Presidenciales. Buenos Aires, Imp. Of., 1984, 7.
[99] LEFORT, Claude. L’Invention..., 42.
[100] Utilizaremos la frase “mito refundacional” en un sentido levistraussiano de considerar que la elaboración de éste como instrumento instituyente de una ideología como dijera el mismo Levi-Strauss:
Nada se asemeja más al pensamiento mítico que la ideología política. Tal vez esta no ha hacho más que reemplazar aquél en nuestras sociedades contemporáneas [LEVI-STRAUSS, Claude. Antropología estructural. Buenos Aires, Paidós, 1987, 232]
[101] ALFONSIN, Raúl. “Convocatoria para una convergencia democrática.” [En: La Nación. Buenos Aires, 1 de Diciembre de 1985], 4.
[102] En el sentido que Max Weber le da al protestantismo dentro del desarrollo capitalista. En: WEBER, Max. El capitalismo y la ética protestante. Buenos Aires, Hyspamérica, 1985.
[103] Como ejemplo el libro de LEUCO, Alfredo y DIAZ, José Antonio. Los herederos de Alfonsín. Buenos Aires, Sudamericana Planeta, 1987.
[104] LEVI-STRAUSS, Claude. Antropología..., 252.
[105] GRANOVSKY, Martín. “El Alfonsinismo. Después de la derrota de septiembre y la candidatura de Angeloz. Sombras nada más?” (En Página 12, Buenos Aires, 20 de diciembre de 1987), 11.
[106] SORIANO, Osvaldo. “El vals del adiós” [En: Página/12, Buenos Aires, 2 de Mayo de 1989], 24.
[107] TERAN, Oscar. “Son los síntomas que anuncian la disolución de la comunidad” [En: El cronista comercial. Buenos Aires, 4 de Junio de 1989], 4.
[108] MAJUL, Luis. Por que cayo Alfonsín. El nuevo terrorismo económico. Buenos Aires, Sudamericana, 1990
[109] ALFONSÍN, Raul. Democracia y consenso. Buenos Aires, Corregidor, 1996.
[110] Carta de los Argentinos. Buenos Aires, 10 de agosto de 1998.
[111] DE PRIVITELLIO, Luciano y ROMERO, Luis Alberto. Grandes discurso de la Historia Argentina. Buenos Aires, Aguilar, 2000, 439