Crisólogo
Larralde, poeta.
Nació en 1902 cuando Quilmes era un tranquilo pueblo de veraneo,
con aire manso y humilde. Aunque la desigualdad gritaba frente a la exhibición
de residencias y quintas señoriales y un caserío pobre que le servía de marco.
En una de esas casitas pobres nació
Crisólogo, y el barrio y las necesidades le hicieron comprender las primeras
lecciones de la cuestión social.
Fiel a su origen, honesto y transparente
recordaría, cuando era un importante dirigente de la Unión Cívica Radical, su
pasado que lo enorgullecía. Frente a quienes confundían pueblo peronista con
los desvaríos fascistoides del coronel, Crisólogo Larralde hizo esta honda y
dramática reflexión: “El 17 de Octubre salió el pueblo a la calle y produjo un acto
de adhesión al coronel Perón. Creyó que las llamadas conquistas sociales
corrían peligro de desaparecer y afirmó su derecho a mantenerlas, vivando al
coronel Perón. En este apellido la gente joven ve al realizador de un programa
social. El pueblo habló, gritó, desfiló, realizó agresiones, llenó de
inscripciones las paredes, dijo lo que le parecía justo”. Y más adelante:
“Asistimos a la condenación de las manifestaciones populares del 17 y 18 de
Octubre; observamos que diarios, gremios, instituciones y partidos se empeñan
en demostrar que los manifestantes no fueron el pueblo ni los obreros
auténticos”, Y ofrecía su testimonio descarnado: “El ciudadano que escribe este
artículo, hijo de una inmigrante que trabajó como sirvienta y de un obrero que
perdió hace 8 años su vida mientras conducía un carro, declara que en esa
multitud que desfilo encontró gente del pueblo. El autor de este artículo se
encontró a sí mismo en los niños de zapatillas rotas y mal vestidos; en muchos
casos o en todos los que fueron tildados de descamisados. Él también conoció,
con sus 5 hermanos, el hacinamiento de una sola habitación y la promiscuidad de
los inquilinatos; supo que es carecer de medias, ropas, botines y -alguna vez-
comenzó sus estudios secundarios poniéndose los pantalones largos de su padre,
un saco “rehecho por su madre”, camisa y sombrero usados, provistos por algún
generoso vecino.
La infancia y la adolescencia de Larralde
no fueron fáciles. La subsistencia de los suyos le exigía trabajar de sol a
sol. Pero a la noche leía. Y se preocupaba por el destino de los argentinos.
A los 13 años trabaja en una imprenta y
entonces su contacto con la palabra impresa se hace cotidiano, herramienta que
no abandonaría jamás. En la Libertad de
Avellaneda escribe sus primeras reflexiones políticas.
Cuando Hipólito Yrigoyen llega al
gobierno, él tiene 14 años. Le faltan cuatro para votar, pero asume su civismo
afiliándose a la Unión Cívica Radical de Avellaneda.
En 1931 es elegido diputado provincial
pero el dictador Uriburu anula la elección. Larralde va preso. En 1942 es
electo senador provincial. Otro de los senadores electos es Ricardo Balbín.
Pero ambos renuncian porque el comicio ha sido fraudulento.
En 1946, Crisólogo Larralde es candidato
a vice-gobernador, en 1951 a gobernador. En 1954 la Unión Cívica Radical lo
elige candidato a vicepresidente de la Nación.
Con Roque Coulin y Bernardino Horne
invierte febriles horas en redactar una versión del Manifiesto de Avellaneda.
En un marco conflictuado por la escisión
del partido de un sector que pactó con el ex presidente Perón, Larralde asume
la presidencia de la Unión Cívica Radical.
El político esconde con pudor al poeta.
Las desazones de un tiempo impiadoso no le hacen perder su inquebrantable fe en
los hombres y en el futuro.
Cuando muere tiene entre sus papeles algunos versos manuscritos en el trafago de la campaña electoral:
“Andar sin trabas, ser libre
combatir para los otros
La vida, la hermosa vida
solo se realiza
cuando la vamos dando
paulatina, totalmente
por la vida del hombre ignorado
por el hermano que nos desconoce
y acaso nos golpea
Y entonces, por creer, por querer
impenitentes, incurables utopistas
obstinados
ya ni somos viejos
ni nos envuelve el polvo
ni el corazón afloja
Simplemente nos gastamos
como las piedras que ruedan mucho
y siguen siendo piedras
con vetas de luz
y dureza de juventud”
Aún en la cercanía de su
muerte sospechada, Crisólogo Larralde cree en el porvenir que lo sobrevivirá:
“Todo quedó atrás, menos el sueño
mi viejo, mi joven, mi niño
sueño igualitario, libertario, fraternal.
Él marcha delante mio
lo siento, lo veo, lo palp o
Me quema su calor
Me deslumbra su horizonte.
De “La
República”. Revista de la Fundación
de la República.
Año VII. Nro. 27 (21 de Diciembre de 1985).