Ricardo Balbín y Crisólogo Larralde

Crisólogo Larralde, poeta.

 

     Nació en 1902 cuando Quilmes era un tranquilo pueblo de veraneo, con aire manso y humilde. Aunque la desigualdad gritaba frente a la exhibición de residencias y quintas señoriales y un caserío pobre que le servía de marco.

     En una de esas casitas pobres nació Crisólogo, y el barrio y las necesidades le hicieron comprender las primeras lecciones de la cuestión social.

     Fiel a su origen, honesto y transparente recordaría, cuando era un importante dirigente de la Unión Cívica Radical, su pasado que lo enorgullecía. Frente a quienes confundían pueblo peronista con los desvaríos fascistoides del coronel, Crisólogo Larralde hizo esta honda y dramática reflexión: “El 17 de Octubre salió el pueblo a la calle y produjo un acto de adhesión al coronel Perón. Creyó que las llamadas conquistas sociales corrían peligro de desaparecer y afirmó su derecho a mantenerlas, vivando al coronel Perón. En este apellido la gente joven ve al realizador de un programa social. El pueblo habló, gritó, desfiló, realizó agresiones, llenó de inscripciones las paredes, dijo lo que le parecía justo”. Y más adelante: “Asistimos a la condenación de las manifestaciones populares del 17 y 18 de Octubre; observamos que diarios, gremios, instituciones y partidos se empeñan en demostrar que los manifestantes no fueron el pueblo ni los obreros auténticos”, Y ofrecía su testimonio descarnado: “El ciudadano que escribe este artículo, hijo de una inmigrante que trabajó como sirvienta y de un obrero que perdió hace 8 años su vida mientras conducía un carro, declara que en esa multitud que desfilo encontró gente del pueblo. El autor de este artículo se encontró a sí mismo en los niños de zapatillas rotas y mal vestidos; en muchos casos o en todos los que fueron tildados de descamisados. Él también conoció, con sus 5 hermanos, el hacinamiento de una sola habitación y la promiscuidad de los inquilinatos; supo que es carecer de medias, ropas, botines y -alguna vez- comenzó sus estudios secundarios poniéndose los pantalones largos de su padre, un saco “rehecho por su madre”, camisa y sombrero usados, provistos por algún generoso vecino.

     La infancia y la adolescencia de Larralde no fueron fáciles. La subsistencia de los suyos le exigía trabajar de sol a sol. Pero a la noche leía. Y se preocupaba por el destino de los argentinos.

     A los 13 años trabaja en una imprenta y entonces su contacto con la palabra impresa se hace cotidiano, herramienta que no abandonaría jamás. En la Libertad de Avellaneda escribe sus primeras reflexiones políticas.

     Cuando Hipólito Yrigoyen llega al gobierno, él tiene 14 años. Le faltan cuatro para votar, pero asume su civismo afiliándose a la Unión Cívica Radical de Avellaneda.

     En 1931 es elegido diputado provincial pero el dictador Uriburu anula la elección. Larralde va preso. En 1942 es electo senador provincial. Otro de los senadores electos es Ricardo Balbín. Pero ambos renuncian porque el comicio ha sido fraudulento.

     En 1946, Crisólogo Larralde es candidato a vice-gobernador, en 1951 a gobernador. En 1954 la Unión Cívica Radical lo elige candidato a vicepresidente de la Nación.

     Con Roque Coulin y Bernardino Horne invierte febriles horas en redactar una versión del Manifiesto de Avellaneda.

     En un marco conflictuado por la escisión del partido de un sector que pactó con el ex presidente Perón, Larralde asume la presidencia de la Unión Cívica Radical.

     El político esconde con pudor al poeta. Las desazones de un tiempo impiadoso no le hacen perder su inquebrantable fe en los hombres y en el futuro.

     Cuando muere tiene entre sus papeles algunos versos manuscritos en el trafago de la campaña electoral:

 

“Andar sin trabas, ser libre

combatir para los otros

La vida, la hermosa vida

solo se realiza

cuando la vamos dando

paulatina, totalmente

por la vida del hombre ignorado

por el hermano que nos desconoce

y acaso nos golpea

Y entonces, por creer, por querer

impenitentes, incurables utopistas

obstinados

ya ni somos viejos

ni nos envuelve el polvo

ni el corazón afloja

Simplemente nos gastamos

como las piedras que ruedan mucho

y siguen siendo piedras

con vetas de luz

y dureza de juventud”

 

     Aún en la cercanía de su muerte sospechada, Crisólogo Larralde cree en el porvenir que lo sobrevivirá:

 

“Todo quedó atrás, menos el sueño

mi viejo, mi joven, mi niño

sueño igualitario, libertario, fraternal.

 

Él marcha delante mio

lo siento, lo veo, lo palp o

Me quema su calor

                                                Me deslumbra su horizonte.

 

 

De  “La República”.  Revista de la Fundación de la República.

Año VII.  Nro. 27  (21 de Diciembre de 1985).

 

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