Por: Dr. Diego Alberto
Barovero*
Los años fundacionales.
Revolución. Intransigencia. Abstención. 1889-1912
A
finales
de la década de 1880, federalizada la Ciudad de Buenos Aires como capital de
Estado nacional, la gran aldea quedaba tras, la gran burguesía reemplazaba las
antiguas casas coloniales por palacios estilo francés, entremezclados con los
conventillos que albergaban a las clases más desposeídas. Más de un millón de
inmigrantes se integraban por entonces a nuestra comunidad.
La
presidencia del General Julio Argentino Roca había ordenado política y
financieramente el país. Lo sucedió su concuñado Miguel Juárez Celman, dando
comienzo a una etapa conocida como El Unicato, en el que gobernaba sin respeto
por la Constitución y sin más apoyo que de sus incondicionales que le rendían
homenaje. Era “El Régimen”
La
juventud universitaria e ilustrada de aquel Buenos Aires respondió a esa
pleitesía con un multitudinario mitin en el Jardín Florida, entre las calles Florida y Paraguay, el 1 de
setiembre de 1889. Allí se constituyó la Unión Cívica de la Juventud. La
integraban jóvenes como Marcelo T. de Alvear, Angel Gallardo, Tomás Le Breton,
Emilio Gouchon, entre otros, y contaba con el apoyo de los caudillos Leandro
Alem y Aristóbulo del Valle. La agrupación continuó recibiendo la adhesión de
personalidades como Don Bartolomé Mitre y de grupos juveniles de todo el país
que centraban sus esperanzas en la recuperación de las instituciones y la
república.
El
13 de abril de 1890 se realizó un gran acto en el Frontón Buenos Aires (Córdoba
y Libertad). Allí fueron oradores José Manuel de Estrada, Pedro Goyena, Del
Valle, Mitre, Bernardo de Irigoyen y Alem, quien galvanizó a la multitud con su
oratoria vibrante. Quedó así constituida la Unión Cívica presidida por Leandro
Alem.
Cerrada
la posibilidad del comicio libre para acceder al gobierno debido a la maquinaria
electoral del Régimen basada en la coacción, el falseamiento del padrón y el
fraude, el movimiento cívico decidió pasar al terreno revolucionario como único
camino para restaurar la vigencia de la Constitución, el federalismo, las leyes
y las instituciones. Mitre y sus partidarios se oponían a la acción directa,
sino que prefería una política conciliatoria, pero la decisión estaba tomada.
El
26 de julio de ese año estalló la revolución cívico-militar conocida como
“Revolución del Noventa” o “del
Parque” porque en el Parque de Artillería (hoy Tribunales) se concentró la
actividad y el comando
revolucionarios. La Junta de Gobierno era presidida por Alem, mientras que el
General Manuel Campos, mitrista, comandaba las fuerzas militares
revolucionarias. Hubo cantones o trincheras revolucionarias en varios puntos de
la capital y de las provincias del interior.
La
revolución duró tres días, dejando un saldo de varios muertos y heridos.
Finalmente se acordó un armisticio. Campos había negociado con Roca una futura
presidencia de Mitre. La Revolución estaba vencida, pero el Gobierno estaba
muerto, dijo un senador opositor a Juárez. Hubo una amnistía a los
revolucionarios y el presidente debió renunciar siendo sucedido por Carlos
Pellegrini, su Vicepresidente.
La
Unión Cívica se organizó en todo el país y consagró su fórmula para los comicios
de 1891: Bartolomé Mitre- Bernardo de Irigoyen. Sin embargo, Roca tentó
astutamente a Mitre con una candidatura de unión nacional, a cambio de que Mitre
desplazara a Irigoyen de la fórmula. Alem dice a Mitre: “No acepto el acuerdo,
soy radical, radical intransigente...”.
Se
produce la ruptura de los cívicos. Los mitristas que aceptan el acuerdo con Roca
pasarán a formar la Unión Cívica Nacional, de vida efímera, mientras que los
intransigentes que lideran Alem y su sobrino Hipólito Yrigoyen constituyen la
Unión Cívica Radical, nacida el 26 de junio de 1891.
El
2 de julio se constituye orgánicamente el partido con un Comité Nacional
presidido por Leandro Alem. Se consagra la fórmula Bernardo de Irigoyen – Juan
Garro. El 14 de agosto se constituye el Comité de la Provincia de Buenos Aires,
presidido por Hipólito Yrigoyen.
La
división de la Unión Cívica aborta la candidatura de Mitre, y se busca una
salida de transacción. El Régimen proclama la fórmula Luis Sáenz Peña
(mitrista)- José Evaristo Uriburu (roquista). El gobierno de Pellegrini acusa a
los radicales de organizar una revolución y con esa excusa decreta el estado de
sitio y arresta a los principales líderes de la U.C.R. empezando por Alem e
Irigoyen y a numerosos dirigentes. Con el Radicalismo desmantelado, es fácil al
Régimen fraguar la elección a favor de sus candidatos.
En
1893 una profunda crisis política obliga a Sáenz Peña a convocar a Aristóbulo
del Valle a formar gobierno. Este ofrece ministerios a Alem y a Yrigoyen quienes
firmes en su principismo declinan el ofrecimiento. Del Valle toma medidas para
sanear las prácticas políticas, empieza desarmando a las milicias provinciales
que aseguran el feudalismo de los caudillos del interior.
El
29 de julio en la Provincia de Buenos Aires estalla una revolución organizada y
dirigida por Hipólito Yrigoyen. En ella tiene un papel destacado el joven
abogado Marcelo T. de Alvear, discípulo de Yrigoyen. Simultáneamente se producen
movimientos revolucionarios en Santa Fe, San Luis, Corrientes y Tucumán. En Buenos Aires, el movimiento triunfa y
los radicales ocupan la sede gubernamental en La Plata. Del Valle propone
entregar el control de la Provincia a Yrigoyen o a Alem. Pero el presidente le
retira la confianza y debe renunciar. El gobierno reprime la revolución radical
de 1893 y los líderes partidarios son encarcelados o
deportados.
La
U.C.R. organizada en toda la Nación, concurre a los comicios de 1894 y 1895.
Obtuvo algunos triunfos en elecciones legislativas en la Capital y en Buenos
Aires, pero el fraude impera en toda la república impidiendo al pueblo expresar
libremente su voluntad por medio del sufragio.
Leandro
Alem, bohemio, romántico, poeta, orador de barricada, caudillo y presidente del
partido sintió que había fracasado su obra. La muerte de su amigo Aristóbulo del
Valle, los ataques de sus adversarios políticos y sus diferencias con su sobrino
Hipólito sobre la estrategia a seguir frente al Régimen, lo desanimaron
profundamente. El 1 de julio de 1896 se suicidaba a bordo de un carruaje en
viaje hacia el Club del Progreso.
En
1897 Hipólito Yrigoyen levanta la bandera de la intransigencia frente a una
nueva maniobra del Régimen que ofrece un nuevo acuerdo electoralista a la Unión
Cívica Radical. Lisandro De la Torre, entonces radical acuerdista se enfrenta
con Yrigoyen en un duelo a sable en el cual el caudillo radical le produce un
tajo en el rostro que obligará al santafecino a usar barba hasta el final de su
vida. De la Torre renuncia a la UCR.
No
obstante la oposición de Yrigoyen y los intransigentes, los acuerdistas
liderados por Don Bernardo de Irigoyen que tienen mayoría en la Convención
triunfan e imponen la aceptación de la política de “Las paralelas” propuesta por
el roquismo. Pero Yrigoyen disuelve el Comité de la Provincia de Buenos Aires
asestando un golpe mortal a la tentación claudicante. Los dirigentes del acuerdo
quedan sin sustento.
El
Radicalismo se dispersa y parece haber desaparecido por varios años. En 1902
comienza la reorganización pero sobre nuevas bases y principios radicales de
intransigencia. Se vuelve a conspirar soñando con la revolución reparadora de
las libertades del pueblo y las instituciones de la
Constitución.
Roca
finaliza su segunda presidencia y lo sucede Manuel Quintana, mitrista. El 4 de
febrero de 1905 estalla el movimiento revolucionario en la Capital y varias
ciudades del interior. Lo comanda Hipólito Yrigoyen. La revolución triunfante en
Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Bahía Blanca, no obstante colocar al Régimen en
jaque, fracasa al no poder tomarse el Arsenal de Guerra de la capital donde se
obtendrían reservas de armas y municiones. La represión conduce a muchos
radicales a la cárcel y obliga a otros a exiliarse en Chile y
Uruguay.
Ante
el fracaso de la estrategia revolucionaria, Yrigoyen impulsa la abstención
revolucionaria. Sólo se puede acceder a posiciones públicas a partir de comicios
libres y legítimos. Algunos dirigentes radicales enfrentan la postura
yrigoyeneana. En 1909 un grupo de radicales de la Capital encabezados por
Leopoldo Melo acusan a Yrigoyen de personalista y manifiestan su voluntad de
concurrir a los comicios. Se los llama “electoralistas”, “Grupo Azul” y
“galeritas” por su pertenencia a la más rancia oligarquía.
Los
presidentes del Régimen como Figueroa Alcorta ofrecen al radicalismo ministerios
y gobernaciones. Yrigoyen responde “Que se pierdan cien gobiernos, pero que se
salven los principios”.
En
1910 accede a la presidencia Roque Sáenz Peña quien se compromete personalmente
con Yrigoyen a garantizar elecciones sin fraude, con empadronamiento militar y
voto secreto, universal y obligatorio. Sáenz Peña afirma “quiera el pueblo
votar” y en 1912 se sanciona la ley electoral conocida como Ley Sáenz Peña que
garantiza comicios libres como reclamó por más de veinte años el
Radicalismo.
* Abogado. Profesor de Derecho Constitucional en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (UBA) y en el Colegio Nacional de BuenosAires. Periodista. Secretario General del Instituto Yrigoyeneano. Vicepresidente 1° de la Honorable Convenciión de la Capital Federal de la U.C.R.