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ARISTOBULO DEL VALLE: RADICAL Y REVOLUCIONARIO
DIEGO A. BAROVERO·
ARISTOBULO DEL VALLE es una personalidad desconocida para la inmensa
mayoría de los argentinos. Hay que buscar en fuentes tales como sus propios
discursos políticos, parlamentarios y académicos o sus artículos periodísticos,
para encontrar elementos que nos permitan definir el verdadero perfil de este
hombre público.
De origen
humilde, hijo natural de un militar de frontera, el Coronel Narciso Del Valle y
de Isabel Valdivieso; esa circunstancia no le impidió convertirse en un
auténtico dirigente ilustrado. Se graduó como Abogado y Doctor en Jurisprudencia
en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, en la camada
conocida como la promoción de 1869, de la que surgieron prestigiosos juristas
como Alem, Demaría, De la Plaza, Quirno Costa, Delfín Gallo, Dardo Rocha,
Pellegrini y José Terry.
Hombre de la provincia de Buenos Aires, de raíces afirmadas en la
campaña; sus estudios y su posterior desempeño profesional lo condujeron a la
Ciudad, donde desde muchacho militó en el autonomismo alsinista. Posteriores
disidencias con el caudillo bonaerense lo llevaron a alejarse de él en 1877,
junto a una nueva generación política en la que destacaban también Alem y su
sobrino Hipólito Yrigoyen, disconformes con la política de la "Conciliación" del
autonomismo con Mitre.
Debido a la
prematura muerte de DEL VALLE se comenzó a trazar una semblanza personal del
tribuno que quedaría registrada para la posteridad como la de un moderado,
amante del orden tradicional, respetuoso del "statu quo" y alejado de la
rebeldía e intransigencia que en realidad compartió con su antiguo condiscípulo
y amigo Leandro Alem.
Tal
tergiversarción cae por sí sola si se analiza en detalle la trayectoria de
ARISTOBULO DEL VALLE en el Senado de la Nación, en el que tuvo destacada
actuación durante quince años y donde se constituyó en exclusivo opositor a la
política económica del roquismo y del unicato juarista, propiciando una política
proteccionista para fomentar la incipiente industria, fortaleciendo el rol del
Estado como factor regulador de las desigualdades sociales existentes.
Pero más aún se
advierte la falsedad del argumento, si se considera el nivel de compromiso que
DEL VALLE puso en los proyectos revolucionarios de 1890 y 1893 para abrir el
camino de la organización política sobre la base de comicios
limpios.
Una fuente
inobjetable como el diario "La Prensa" del 29 de enero de 1896, en la
correspondiente necrología, lo caracterizaba así: "Ha enmudecido para siempre el
príncipe de nuestra oratoria política, que condujo al pueblo con su palabra de
fuego, al comicio o al campo de batalla en nombre de la libertad y las
instituciones" (1); y más adelante el periódico de Máximo Paz señalaba: "Era
revolucionario por temperamento" (2). O también considerando lo que por su parte
"La Nación", en crónica firmada por Luis V. Varela, expresara respecto del
fallecido líder civil caracterizándolo como "Revolucionario por organización y
por escuela"(3).
Por su parte Carlos Pellegrini, su amigo personal y adversario político,
en su último discurso parlamentario recordó las circunstancias en que ARISTOBULO
DEL VALLE asumió el Ministerio de Guerra y Marina: “Tuvimos una larga discusión
en que, desgraciadamente, resaltó la completa divergencia de nuestras ideas. Yo
era partidario, como lo he sido siempre, de la evolución pacífica, que requiere
como primera condición la paz; el no lo creía: era un radical revolucionario.
Creía que debíamos terminar la tarea de la organización nacional por los mismos
medios que habíamos empleado al comenzarla...”(4).
ARISTOBULO DEL VALLE SENADOR.. COFUNDADOR DE LA UNION CIVICA Y ORGANIZADOR DE LA REVOLUCION DEL PARQUE
Fue Del Valle
un conservador? Analizaremos su trayectoria como legislador y líder
político.
Desde setiembre
de 1889 DEL VALLE llevó a cabo una sigilosa actividad conspirativa tendiente a
unificar a las diversas corrientes de pensamiento y de acción que repudiaban la
situación de postración moral, política y financiera en que se encontraba el
país; merced a la política del Presidente Juárez y su
círculo.
Desde el Senado, venía marcando sus diferencias con la política oficial.
Con respecto al tendido de redes ferroviarias, no se oponía a la inversión del
capital extranjero en la materia, aunque sostiene que "la orientación argentina
es que los ferrocarriles deben ser de la Nación" (5).
Con relación al
problema de la tierra, también es importante señalar la postura progresista que
DEL VALLE mantuvo en su trayectoria parlamentaria. En reiteradas ocasiones alzó
su voz en defensa de la democratización del régimen de la tierra: "Un país nuevo
que llama así los capitales extranjeros y prodiga la tierra pública sin
discernimiento, está amenazado de un serio y gravísimo peligro" (6). Y con
relación a la cuestión de los latifundios, atacó la política oligárquica
diciendo: "La lección es antigua, es la lección de la decadencia de Roma; fueron
los grandes feudos los que perdieron Italia, como dice Plinio: "Lati Fundii
perdiere Italian" (7).
En lo que
respecta a la cuestión del Estado y los servicios públicos, de cuya
privatización, la presidencia de Juárez Celman abusó en extremo DEL VALLE fue
sumamente crítico de la orientación oficialista. "Enajenando las obras de
salubridad se compromete el destino de las generaciones que nos sucederán" (8).
También sostuvo que "las empresas privadas administran bien en relación a sus
intereses, no así cuando administran intereses ajenos. El criterio de la empresa
privada es el lucro, mientras que la del gobierno es su deber"
(9).
Asimismo atacó
severamente las políticas que favorecían la formación de trusts o monopolios:
"Precisamente por eso es que se resisten los monopolios privados, por eso es que
cuando se trata de un verdadero monopolio, todo el mundo admite, que si ha de
establecerse sea en manos del Fisco, no los admite en manos particulares"
(10).
Su lucha contra
el régimen de Bancos garantidos autorizados a emitir papel moneda y contra las
emisiones clandestinas del gobierno de Juárez, le ganaron el prestigio merecido
como uno de los primitivos introductores de una doctrina de nacionalismo
económico. Aspecto que, con el lógico avance de las épocas, caracterizaría en el
futuro la acción de gobierno y los principios doctrinarios en materia económica
de la Unión Cívica Radical.
Desde su escaño
de imprecó por la moralización de las prácticas electorales, el saneamiento de
las finanzas públicas, la defensa del rol estatal en la regulación y prestación
de los servicios públicos, la limitación de las atribuciones presidenciales, el
respeto por el federalismo y las autonomías provinciales. En síntesis, por el
imperio auténtico de nuestra Constitución Nacional.
Sobre la cuestión del sufragio y la práctica del fraude electoral como
causa de la revolución, DEL VALLE lo planteó en estos términos: "La inmensa
mayoría del pueblo se abstuvo de concurrir a la inscripción nacional, pese a que
sería la base de la elección presidencial de 1892; el registro se llenó con
afiliados a la situación y con nombres supuestos. Desde entonces la cuestión
quedó planteada en estos dos términos: la sumisión sin esperanza al sistema de
gobierno del Dr. Juárez o La Revolución"(11).
Su casa y su estudio jurídico fueron las sedes en las que se celebraban
las reuniones preparatorias de la conspiración civil y militar que estalló el 26
de julio de 1890. Sin embargo, DEL VALLE no fue el único organizador de este
movimiento, puesto que había una Junta de Gobierno revolucionaria presidida por
el Dr. Leandro Alem y el jefe militar de la revolución era el General Manuel
Campos; pero sí fue el máximo responsable de la planificación de la revolución y
el coordinador de las diversas y heterogéneas tendencias
revolucionarias.
El propio Dr.
DEL VALLE ratifica su credo cívico y revolucionario cuando recuerda el mitin del
Frontón Buenos Aires, afirmando que allí "Quedó organizada la Unión Cívica como
centro de propaganda política y como núcleo de las fuerzas populares que un día
u otro debían convertirse en revolucionarias" (12).
Las alternativas que rodearon los hechos revolucionarios en las jornadas
del Parque de Artillería nos muestran a ARISTOBULO DEL VALLE como un febril
estratega, disciplinado, estricto, entusiasta. Con ese espíritu, influyó de modo
decisivo para que la Junta Revolucionaria que él integraba, confiara al Dr.
Hipólito Yrigoyen la Jefatura de Policía en caso de triunfar la
revolución.
El compromiso
democrático del Dr. DEL VALLE no cejó a pesar del fracaso de la Revolución del
Parque. Por el contrario, renunció a su banca de Senador debido a su
participación en el hecho revolucionario, y se lanzó de lleno a la organización
de la Unión Cívica a la que consideraba que debía dotarse de una estructura
orgánica y principios doctrinarios claros que evitasen posteriores
fracasos.
DEL VALLE y Alem fueron consagrados senadores nacionales por la Capital
Federal en representación de la Unión Cívica en 1891. En ese recinto les
hicieron reproches muy duros sobre su participación revolucionaria en el Parque
de Artillería.
A dichas acusaciones y reprimendas, DEL VALLE replicó convencido: "Todo
el progreso humano es obra de la idea revolucionaria... la democracia es la
revolución contra el privilegio de las castas, la idea de la soberanía popular
contra el derecho divino de los reyes; la libertad de los esclavos contra las
leyes inhumanas que permitían que un hombre pudiera ser la cosa de otro
hombre..."(13).
ARISTOBULO DEL VALLE FRENTE AL ACUERDO MITRE-ROCA Y DIVISION DE LA UNION CIVICA.
Desde los
primeros días de 1891, se convocó a una Convención de la Unión Cívica que se
reuniría en la ciudad de Rosario con delegados de todas las provincias
argentinas. ARISTOBULO DEL VALLE, influenciado por la lectura de los
doctrinarios constitucionalistas norteamericanos, tuvo fundamental participación
en la definición y orientación del modelo de partido que comenzaba a gestarse.
Puso todas sus energías y su capacidad intelectual en la organización de esta
convención al estilo norteamericano, de características populares,
representativas y federalistas, la primera que se realizaría en la historia
política nacional. La Convención de la Unión Cívica proclamó la fórmula
Bartolomé Mitre-Bernardo de Irigoyen el 17 de enero de 1891. Pero el anciano
vencedor de Pavón fue astutamente tentado por el General Roca, quien le propuso
el acuerdo para suprimir la lucha electoral.
La política del acuerdo fue rechazada por los cívicos que respondían a
Alem y Del Valle. El primero expresó: "Yo no acepto el acuerdo, soy Radical en
contra del acuerdo..."(14) y esa fue la partida de nacimiento del Radicalismo.
El 26 de Junio de 1891 el Comité Nacional de la Unión Cívica separó de su seno a
los miembros acuerdistas vinculados a Mitre y el 1° de Julio proclamó la fórmula
Bernardo de Irigoyen - Juan Garro. Para ARISTOBULO DEL VALLE comenzaba el
calvario por la unificación de los sectores cívicos
enfrentados.
Convencido de que el aporte de los sectores partidarios del General Mitre
era vital para conservar la capacidad de maniobra del partido, no obstante su
solidaridad estaba del lado de sus amigos Alem e Yrigoyen, aunque manifestara:
"Frente a las tendencias que resisten el Acuerdo o las que lo aceptan, la
intermedia es la que cree que se puede aceptar ese acuerdo siempre que él
encarne los principios fundamentales del partido, y con ellos sea
compatible..."(15).
Su insistencia por evitar la división, que diluiría las posibilidades
electorales del partido lo llevó a proponer la constitución de una comisión
mediadora tendiente a recomponer los lazos del sector mitrista con las
autoridades de la Unión Cívica. Pero no fue posible. Desgarrado íntimamente, se
apartó de la militancia política activa, anunciando que no se plegaría a ninguna
de las dos tendencias y renunció al Senado por sentir que no representaba ya a
la colectividad civil por la que había resultado electo.
EL ALEJAMIENTO DE ARISTOBULO DEL VALLE DE LA MILITANCIA ACTIVA: ¿CAUSAS POLITICAS O PERSONALES?
El escenario político nacional sufrió graves alteraciones hacia 1892. A
la crisis política hubo de sumársele el agravamiento de la situación
económico-financiera; razón por la que el Presidente Pellegrini decidió convocar
a una "junta de notables" para encontrar una solución acordada a los comicios
presidenciales que se avecinaban. Convocado ARISTOBULO DEL VALLE a concurrir a
la reunión manifestó terminantemente: "Ni ese propósito, ni las deliberaciones
ulteriores tendrán resultados si en ellas no se da participación a la Unión
Cívica Radical" (16). DEL VALLE hizo llegar a los "Notables" una propuesta consistente en un
compromiso de todos los partidos y el gobierno para garantir la libertad de los
comicios y que no se falsearía el resultado electoral.
El retiro de
DEL VALLE de la vida política obedeció más bien a una circunstancia personal
antes que política; pues durante todo el año 1892 y casi la mitad de 1893 debió
atender a su salud, bastante quebrantada, pues padecía de glaucoma crónico, lo
que requirió dos operaciones muy penosas para él, que fueron practicadas por
eminentes galenos como el Dr. Lagleyze y el Dr. González Catán
(17).
No debe perderse de vista la influencia de ARISTOBULO DEL VALLE en el
hecho que su hermano menor Delfor, militara activamente y en forma
ininterrumpida en la Unión Cívica Radical desde sus mismos inicios.
Revolucionario en el Parque, junto a su hermano Aristóbulo; Delfor Del Valle
acompañaba al Dr. Alem a todas las reuniones a que ‚este asistía. También fue
revolucionario en 1893 y 1905, pero para entonces y en adelante fue considerado
como uno de los más leales amigos e intérpretes del pensamiento y la acción de
Hipólito Yrigoyen (18).
El mismo Delfor Del Valle lo refiere a la
Sra. Elvira Aldao de Díaz en carta fechada en 1928, en la que le explica ciertos
datos erróneos en que ésta habría incurrido al escribir su libro "Reminiscencias
sobre Aristóbulo Del Valle". En la misma expresa que cuando su hermano
Aristóbulo se retiró de la vida política le dijo: "Tú puedes irte con Hipólito
(Yrigoyen) a cualquier parte, pues seguro que con él lo harás con dignidad..."
(19).
¿ARISTOBULO DEL VALLE REVOLUCIONARIO? SU MINISTERIO DE 36 DIAS Y LA REVOLUCION RADICAL DE 1893.
Restablecido su
estado de salud, DEL VALLE retornó a la escena política en medio de la caótica
situación política e institucional en que había derivado la presidencia del Dr.
Luis Sáenz Peña. El anciano primer magistrado carecía de dotes personales para
el gobierno y de un apoyo político firme que le permitiera ejecutar un programa
de gobierno con cierto respaldo. Además, había sido consagrado presidente en
elecciones fraudulentas, celebradas en medio del estado de sitio decretado por
Pellegrini, quien también había hecho encarcelar y desterrar a los principales
dirigentes de la U.C.R., entre ellos, al mismísimo Leandro
Alem.
Agotadas
diversas instancias para evitar la caída de su desprestigiado gobierno, el
Presidente Sáenz Peña a instancias de Carlos Pellegrini convocó a DEL VALLE para
que, a la usanza de los regímenes parlamentarios, formara un gabinete que sacara
al país del marasmo en que estaba metido.
ARISTOBULO DEL
VALLE decidió aceptar el mandato del pusilánime presidente para evitar una
crisis del sistema constitucional, pero con condiciones bien claras: "Pues si
entraba al Gobierno sería para realizar lo que había aconsejado durante seis
años, a saber, tanto el gobierno como el Congreso, debían apoyarse sobre bases
populares, de modo que su idea de elecciones libres sería irrealizable si se
mantenían los mismos gobiernos provinciales"(20). Era el programa radical de la
Revolución derrotada en el Parque que DEL VALLE vislumbraba que podía llevar a
la práctica desde el gobierno.
Una vez
aceptado el encargo presidencial, DEL VALLE se entrevistó en primer lugar con
Hipólito Yrigoyen y luego con su amigo de siempre Leandro Alem y con Don
Bernardo de Irigoyen, a quienes ofreció integrar el Gabinete de Ministros. Por
diversas razones, entre las que se destaca el espíritu intransigente tanto de
Alem como de Yrigoyen, ninguno de ellos aceptó los ofrecimientos formulados por
DEL VALLE aunque sin poner en duda el patriotismo y los ideales que lo animaban
en la empresa.
Finalmente, DEL
VALLE comprometió a dos íntimos amigos para integrar su Ministerio: Mariano
Demaría en Hacienda, y a Lucio V. López en Interior. Lo completaba con dos
mitristas: Enrique Quintana y Valentín Virasoro. Pero se reservó para sí el
Ministerio de Guerra y Marina, lo que permitía adivinar de antemano cual habría
de ser el sentido que le imprimiría a su gestión de gobierno, pues DEL VALLE
conservaba los contactos con cuadros del Ejército cultivados desde los
prolegómenos de la Revolución del '90.
Cuando la
juventud de Buenos Aires, el 9 de julio de 1893, días después de la asunción de
DEL VALLE, se lanzó a las calles a conmemorar el aniversario de nuestra
independencia. Esperanzada por el cambio que habían experimentado los
acontecimientos, ovacionó el nombre de ARISTOBULO DEL VALLE, uniéndolo a los de
Alem e Yrigoyen, como si los supieran o los sintieran íntima y profundamente
ligados entre sí (21).
El primer acto de gobierno del Ministro DEL VALLE consistió en imponer el
desarme de las milicias provinciales. La decisión no pasó inadvertida para sus
enemigos políticos que adivinaron las intenciones reales del "Ministro
Revolucionario", como le llamaban. Dichas milicias constituían una suerte de
guardia pretoriana de las oligarquías que habían transformado a las provincias
en feudos.
En Buenos Aires, cuyo Gobernador Julio Costa era muy cuestionado, el
desarme de las fuerzas provinciales fue saludado con alborozo por la población.
Fue además la piedra de toque para el estallido de una revolución que,
organizada por el Radicalismo bonaerense y planificada por Yrigoyen como un
mecanismo de relojería, se produjo en 82 pueblos de la provincia
simultáneamente.
Sobre La Plata
avanzaron dos columnas revolucionarias, una de la U.C.R. dirigida por Yrigoyen y
su hermano el Coronel Martín Yrigoyen; la otra de los cívicos nacionales o
mitristas, encabezados por los Generales Campos y Rawson. Estallaron también
movimientos revolucionarios cívico-militares organizados por el Radicalismo en
las provincias de San Luis y Santa Fe, cuyas milicias también había ordenado
desarmar DEL VALLE.
La primera reacción del gobierno nacional ante la crisis fue impulsar la
intervención federal a las tres provincias que se veían sacudidas por los
movimientos revolucionarios. Pero la diferencia radicaba en la interpretación
que de la potestad constitucional de intervención a las provincias hacían por un
lado DEL VALLE y por otro los
legisladores oficialistas.
DEL VALLE era partidario de la intervención enviando delegados del Poder
Ejecutivo Nacional (En realidad, de él mismo) para que analizaran "in situ" el
estado en que se encontraba cada provincia alterada por revoluciones, para luego
determinar el curso a seguir. Mientras que los últimos no transigían sino en que
la intervención debía enviarse al solo efecto de reponer y sostener a las
autoridades derrocadas, es decir a los hombres del
"Régimen".
A medida que
tomaba conciencia del apoyo popular de que gozaban las revoluciones que la
U.C.R. conducía en las tres provincias argentinas sublevadas, y que los círculos
oficiales tan solo pretendían fortalecerse para conservar sus privilegios,
ARISTOBULO DEL VALLE justificó el pronunciamiento revolucionario de los pueblos,
considerándolo como la consecuencia natural de los malos gobiernos que se
sucedían desde hacía varios lustros. "Hace tres años que vivimos agitados por
una tempestad política que conmueve el edificio nacional y todas nuestras
instituciones. Habíamos llevado una vida de errores y desaciertos...Apartándonos
de las reglas del buen gobierno y de la buena administración, habíamos alcanzado
la época en que, perdidas todas las nociones del gobierno libre y
representativo, todas las nociones del sistema republicano, todos los principios
del gobierno federal, nos encontrábamos... con una armazón de gobierno que
mostraba las exterioridades de un gobierno regular, y por dentro era un
organismo perverso que suprimía la entidad única que tiene el derecho de
gobernar la Nación, el sistema republicano...Los intereses de los pueblos que se
encontraban en condiciones desgraciadas no se protegían; y viendo como necesidad
de su propia salvación, el alterarse las condiciones del Gobierno Nacional, de
nuevo pensó en la revolución nacional..."(22).
Como reacción frente a tales argumentaciones, comenzó a hablarse entre
sus opositores de la "Dictadura de DEL VALLE". En la Cámara de Diputados, el
fogoso Ministro de Guerra y Marina solo habló para ratificar lo sostenido ante
los senadores, y cuando los legisladores del "Régimen" insistieron en la
necesidad de que las intervenciones solo debían disponerse con el objeto de
reinstalar a los poderes públicos desestabilizados, sostuvo: "El Ministro de
Guerra se cortaría la mano antes de cumplir una ley que la mandara reponer sin
examen a esos gobernadores"(23).
La multitud aclamó a DEL VALLE cuando salió del Congreso a pesar de no
haber podido obtener de él las leyes que disponían la intervención federal sin
reponer a los gobernadores derrocados. Al pueblo congregado y exaltado contra
los legisladores del "Régimen", DEL VALLE dijo: "...Si el Congreso Nacional ha
resuelto que no haya intervenciones, no ha podido ni podrá resolver que no
haya libertades... La resolución del Congreso se cumplir; pero el Poder
Ejecutivo tiene también facultades constitucionales, y ha de usar de ellas para
arrancar el último fusil que quede en las manos de los gobiernos que quieran
oprimir a los pueblos..."(24).
Con esta idea, el Ministro DEL VALLE se trasladó a la Capital de la
Provincia de Buenos Aires, donde se encontró con manifestaciones de júbilo
popular por la renuncia del gobernador Costa y las noticias que llegaban de
Temperley, donde la U.C.R. había constituido un gobierno provisorio encabezado
por Juan Carlos Belgrano como Gobernador a quien secundaban Marcelo T. de Alvear
y José de Apellániz como Ministros. Hipólito Yrigoyen había sido originariamente
elegido gobernador por la asamblea, pero inflexible en su principismo, rechazó
el cargo.
Los mitristas,
por su parte, que habían llegado a la capital provincial encabezados por el
General Manuel Campos, fueron intimados por DEL VALLE a desarmar su ejército y
entregar la plaza. La razón era evidente, DEL VALLE sabía que la entrada de los
mitristas había sido un golpe de mano, pues en realidad, la revolución había
sido organizada por el Radicalismo, que numéricamente había constituido un
ejército mayor (Las fuentes historiográficas asignan al ejército Radical entre
ocho y quince mil hombres, contra no más de quinientos a mil de los
mitristas).
El Ministro DEL
VALLE conferenció con Juan Carlos Belgrano e Hipólito Yrigoyen en La Plata. Su intención era entregar
legalmente el control de la provincia a Alem o al propio Yrigoyen (25). Ello
motivó que Sáenz Peña convocara urgentemente a DEL VALLE a la Capital para esa
misma noche celebrar un Acuerdo de Gabinete. Al retornar a la Capital, DEL VALLE
se entrevistó personalmente con su compañero de lucha Leandro Alem, en la casa
de éste en la calle Cuyo (Hoy, Sarmiento) número 1752, de la que fueron testigos
Leandro Alem (hijo) y Leopoldo Melo (26). La referencia de tal encuentro sirve
para confirmar la vinculación existente entre DEL VALLE y el Radicalismo y, al
mismo tiempo, desmentir las supuestas diferencias entre los viejos condiscípulos
y amigos.
Pero ya era demasiado tarde. En Acuerdo de Ministros se decidió disponer
el desarme de las fuerzas Radicales, lo que debió ser comunicado a éstas por DEL
VALLE en persona a la madrugada siguiente en La Plata. La caída del Ministerio
DEL VALLE fue precipitada por Carlos Pellegrini, conocido como “La Gran
Muñeca”, y la repentina reacción
del Presidente Sáenz Peña que le negó su apoyo a DEL VALLE para hacerse cargo
personalmente de la intervención a la provincia de Buenos
Aires.
ARISTOBULO DEL
VALLE renunció a su cargo el 12 de agosto de 1893, finalizando así un agitado
período de 36 días en los que procuró llevar a la práctica desde el poder lo que
había predicado desde la oposición e intentado por la vía revolucionaria. Un
programa de reparación nacional, basado en el imperio de la Constitución
Nacional, desplazando a los gobiernos ilegítimos para posibilitar la reforma
electoral que abriera los canales a la participación popular en la dirección de
la cosa pública.
El diario
roquista "La Tribuna" denunció posteriormente que el propio DEL VALLE había
fomentado desde el Ministerio de Guerra la revolución y hasta le había
proporcionado elementos de combate, tales como carros, armas, fusiles y cañones,
y hasta soldados del Ejército nacional, autorizados a pasar al campamento
revolucionario de Temperley, que eran recibidos por su hermano Delfor Del Valle,
también revolucionario y ladero de Yrigoyen (27).
LOS ULTIMOS AÑOS DE ARISTOBULO DEL VALLE Y EL JOVEN RADICALISMO.
Tras su alejamiento del gobierno, DEL VALLE reabrió su estudio jurídico
en Rivadavia 563 y se dedicó de lleno a su cátedra de Derecho Constitucional en
la Universidad de Buenos Aires, desde la que brindó sus magistrales lecciones a
jóvenes generaciones de hombres de leyes, que masivamente acudían a las aulas
para escuchar su palabra erudita y orientadora. Sin embargo, aún
desvinculado de la militancia política su nombre siguió ligado a los de Alem e
Yrigoyen, con quienes mantuvo hasta el final relaciones de amistad
(28).
En febrero de 1894, con motivo de las elecciones legislativas que dieron
el triunfo a la U.C.R., aparecieron juntos DEL VALLE, Alem, Yrigoyen y Demaría.
Inclusive, participó de la comitiva radical que llegó a Santa Fe el 11 de
febrero de 1894 en plena campaña electoral, acompañando al candidato de este
partido el Dr. Joaquín Cullen.
Durante dicha campaña y ante la insistencia del pueblo por escuchar su
verba encendida, DEL VALLE se disculpó de hacerlo debido al estado de sitio que
regía en el territorio, pero dijo que sabía "que los santafecinos sabían luchar
por sus derechos y sus libertades" (29). Las elecciones fueron un bochornoso
espectáculo de fraude, razón por la que DEL VALLE tuvo juicios descalificadores
para con el oficialismo.
El General Lucio Mansilla, preguntado sobre los resultados de dichos
comicios y las opiniones del Dr. DEL VALLE respondió a "La Tribuna": "DEL VALLE
es Radical y yo no lo soy; ambos somos, humanamente hablando, parte
interesada"(30).
No hay
constancias documentales del entendimiento entre DEL VALLE e Yrigoyen durante la
revolución de 1893, pero existen elementos de análisis que permiten vislumbrarlo
como posible. Fundamentalmente porque ambos buscaron la posibilidad de regenerar
las prácticas políticas, consagrando el sufragio libre del pueblo, sin
componendas de notables, ni enjuagues oligárquicos.
Difirieron en la visión del momento. Yrigoyen buscó el camino de la
revolución, como lo intentaría nuevamente en 1905; mientras DEL VALLE se inclinó
por tomar el poder y ejecutar el programa reparador desde arriba, confiado en la
palabra del Presidente Sáenz Peña. Tal vez no tuvo en cuenta que para éste sería
ir demasiado lejos dejar en poder de los revolucionarios radicales la poderosa
Provincia de Buenos Aires; y sin tener en cuenta la notable influencia de Carlos
Pellegrini, que resultó vital para la desarticulación de la
revolución.
De todas
formas, la revolución de 1893 hubiese estallado aún sin la presencia de DEL
VALLE en el Ministerio y éste, aún sin haber revolución, habría seguido bregando
por consagrar su ideal constitucionalista y en gran medida "Radical", sobre la
base del sufragio popular que completara la obra de los constituyentes y saneara
la vida institucional de nuestra República.
Se ha dicho
que, una vez derrotada la revolución, Alem, Don Bernardo e Hipólito Yrigoyen
supuestamente le efectuaron a DEL VALLE una requisitoria para que se proclamase
dictador con el apoyo del ejército, para así ejecutar desde arriba lo que la
revolución no logró desde abajo. Al respecto cabe resaltar que es incorrecto
señalar que si DEL VALLE respondió "No doy el golpe de Estado porque soy un
hombre de Estado... No debo sentar el precedente de un Ministro de Guerra
alzándose con las Fuerzas Armadas de la Nación...", ello significara una
claudicación de sus principios y de su acendrada vocación
revolucionaria.
Quizá el
error de interpretación radique en la confusión del concepto "Revolución" con
"Golpe de Estado", y he aquí el meollo doctrinario de la cuestión. Pues DEL
VALLE no confundía ambos términos, y por ello no se embarcó en una aventura
cuartelera; precisamente porque tenía plena conciencia de lo que conceptualmente
significaba la palabra "Revolución" en su sentido
"Radical".
Merece
destacarse que a fines de 1894 DEL VALLE fue designado Rector del Instituto
Libre de Enseñanza Secundaria (31).
En 1895 los
Radicales triunfaron en las elecciones de la Capital Federal, consagrándose
diputados nacionales a Leandro Alem, Martín Torino y Mariano Demaría - socio e
íntimo amigo de DEL VALLE - y senador nacional a Don Bernardo de Irigoyen.
Las últimas
apariciones públicas del Dr. DEL VALLE datan de esta campaña electoral, en las
que acompañó a los candidatos, que eran en realidad sus amigos personales y
políticos de toda la vida. Por momentos, se desvinculaba de todo compromiso,
debido fundamentalmente a graves quebrantos de su salud. Pero seguía
profundamente ligado a ese conjunto de demócratas a los que propuso en algún
momento comprar el periódico "El Argentino", "para dar un nuevo impulso al
Radicalismo" (32), lo que habla de una innegable identificación con el partido,
sus ideales y sus líderes.
Quizá DEL
VALLE, en acuerdo con Alem e Yrigoyen, mantenía una estratégica independencia
respecto de la U.C.R ante la perspectiva de una segunda presidencia del General
Roca. La candidatura de ARISTOBULO DEL VALLE podría nuclear el apoyo no sólo de
los Radicales, sino también y sobre todo, de los cívicos nacionales o mitristas
y algunos sectores descontentos del roquismo, como el ex-Partido Modernista, en
una gran conjunción civil antirroquista.
Ello es confirmado, también por la Sra. Elvira Aldao de Díaz - de cuya
familia DEL VALLE era amigo íntimo - por la circunstancia por ella relatada en
su libro antes mencionado, en el sentido que poco antes de morir, DEL VALLE
comentó que "había dado su nombre como bandera para combatir a Roca de acuerdo
con el Gral. Mitre..." y que "contaba ya con la aprobación de Alem y Bernardo de
Irigoyen pues nunca pensó luchar sin el apoyo decidido de la Unión Cívica
Radical"(33).
En ese trance
estaba cuando un derrame cerebral segó repentinamente su vida cuando apenas
contaba 51 años, perdiendo la República a una de sus principales reservas
políticas y el Radicalismo a uno de sus inspiradores y más preclaros
orientadores.
REFERENCIAS
BIBLIOGRAFICAS:
(1) "LA PRENSA", Buenos
Aires, 29/1/1896. Citado por BORDI DE RAGUCCI, Olga en "Aristóbulo Del Valle en
los orígenes del Radicalismo", Ed. Centro Editor de América Latina, Bs.As.,1987,
pág.29.
(2)
Ibídem.
(3) VARELA, Luis V. en "LA
NACION", Buenos Aires, 29/1/1896. Citado por BORDI DE RAGUCCI, Olga, op.cit.
pág.29.
(4) PELLEGRINI, Carlos.
Discurso en la Cámara de Diputados (1906). Citado por GALLO, Ezequiel. “Carlos
Pellegrini. Orden y Reforma”. Los Nombres del Poder. Ed. Fondo de Cultura
Económica. Buenos Aires, 1997. Pág.100.
(5) SOMMI, Luis V. en DEL
VALLE, Aristóbulo "La Política Económica Argentina en la década del '80",
Estudio Preliminar, Ed.Raigal, Buenos Aires, 1955, pág.29.
(6) SOMMI, Luis V. op. cit.,
pág. 39.
(7) SOMMI, Luis V., op.
cit., pág.40.
(8) SOMMI, Luis V., op.cit.,
pág.42.
(9) SOMMI, Luis V., op.cit.,
pág.43.
(10) SOMMI, Luis V.,
op.cit., pág.45.
(11) DEL VALLE, Aristóbulo
en BARROETAVEÑA, Francisco, "Origen, Organización y Tendencias de la Unión
Cívica", Bs. As. 1890.
(12) DEL VALLE, Aristóbulo,
citado por BORDI DE RAGUCCI, OLGA, op.cit., pág.89.
(13) DEL VALLE, Aristóbulo, citado por
BORDI DE RAGUCCI, Olga, op. cit. pág. 102.
(14) PONDE, Eduardo
Bautista, "Doctrina de la Unión Cívica Radical" Instituto Yrigoyeneano, Buenos
Aires, 1989, pág.25.
(15) DEL VALLE, Aristóbulo,
citado por BORDI DE RAGUCCI, Olga, op. cit. pág.105
(16) DEL VALLE, Aristóbulo,
citado por BORDI DE RAGUCCI, Olga, op. cit. pág.106.
(17) BORDI DE RAGUCCI, Olga,
op. cit. pág.26 y 106.
(18) PASSALACQUA, Eduardo H.
"Homenaje a la Revolución del Parque", Conferencia en "Talleres de la Juventud
Radical de la Capital Federal", Julio de 1990.
(19) DEL VALLE, Delfor,
citado por BORDI DE RAGUCCI, Olga, op.cit. pág.107
(20) DEL VALLE, Aristóbulo,
citado por BORDI DE RAGUCCI, Olga, op. cit. pág.109.
(21) BORDI DE RAGUCCI, Olga,
op. cit. pág.112
(22) DEL VALLE, Aristóbulo,
"Discursos políticos" La Cultura Argentina, Buenos Aires, 1922, pág.265 y
267.
(23) DEL VALLE, Aristóbulo,
citado por BORDI DE RAGUCCI, Olga, op. cit, pág.119.
(24) DEL VALLE, Aristóbulo,
op. cit. pág.276.
(25) MANACORDA, Telmo,
"Alem. Un caudillo. Una época", Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1941,
pág.451.
(26) MANACORDA, Telmo, op.
cit. pág. 451.
(27) "LA TRIBUNA", Buenos
Aires, 13 de Agosto de 1893, citado por BORDI DE RAGUCCI, Olga, op. cit.,
pág.123 y 124.
(28) SOMMI, Luis V. op.cit.,
p g.56 y MANACORDA, Telmo, op. cit. pág. 465 y 500.
(29) DEL VALLE, Aristóbulo,
citado por BORDI DE RAGUCCI, Olga, op. cit. pág.126.
(30) "LA TRIBUNA", Buenos
Aires, febrero de 1894, citado por BORDI DE RAGUCCI, Olga, op. cit.
pág.126.
(31) BORDI DE RAGUCCI, Olga,
op. cit. pág. 126.
(32) DEL VALLE, Aristóbulo,
citado por BORDI DE RAGUCCI, OLGA, op. cit. pág. 127.
(33) ALDAO DE DIAZ, Elvira
"Reminiscencias sobre Aristóbulo Del Valle", Bs. As. 1928, citado por BORDI DE
RAGUCCI, Olga, op. cit., pág. 31; LARRA, Raúl, "Lisandro De la Torre, el
solitario de Pinas", Ed. Hyspamérica, Bs. As. 1985 y SOMMI, Luis V. op.cit.,
pág.60.
· Abogado. Profesor de Derecho Constitucional Colegio Nacional de Buenos Aires y Facultad de Derecho (UBA). Secretario General del Instituto Yrigoyeneano.